Parte integrante de la práctica activa de los derechos humanos en México es indudablemente el ejercicio del asilo y el refugio, de inveterada tradición en México. Sean activistas políticos o simples víctimas de la violencia generalizada en su país de origen, quienes tengan que huir para salvar su vida o su integridad física y -parafraseando el artículo 2° de nuestra Constitución-, "entren al territorio nacional alcanzarán, por ese solo hecho, su libertad y la protección de las leyes".
Es el caso de los 46 000 campesinos indígenas guatemaltecos que tuvieron que huir de su país en 1981 y
En el periodo de nuestra responsabilidad (1989-1991), los 20 000 refugiados reubicados en Campeche y Quintana Roo desde 1984 -único lugar donde México contaba con tierras disponibles-, los refugiados ahí asentados se encaminaron gradualmente a la autosuficiencia, mediante el cultivo de tierras con el apoyo de un fideicomiso instituido para ello; tuvieron poblados con calles trazadas, solares y viviendas rústicas, agua entubada, electricidad comunitaria, escuela primaria de organización completa, clínica rural, carpintería y panadería; es decir, siguieron un proceso para lograr un nivel de vida equivalente al que tenían los campesinos mexicanos de la zona, gracias al financiamiento proveniente en parte de la comunidad internacional.
Durante 1989 se construyeron dos nuevos poblados: Kesté, en Campeche, para 550 familias, y
Mientras se lograba la autosuficiencia, se realizó la reconstrucción del sitio arqueológico de Edzná, en Campeche, con trabajo asalariado de los refugiados cubierto por varios países cooperantes, entre otros España, cuyos reyes visitaron el sitio en enero de 1990. Tales trabajos significaron un gran aliciente para la autoestima de los refugiados, casi todos de origen maya, al reconstruir los monumentos que levantaron sus antepasados.
CHIAPAS: UN NUEVO ENFOQUE
En Chiapas,
Ante esta situación, la nueva administración federal tomó en 1989 la determinación, con realismo político, de establecer programas productivos para lograr el autosostenimiento de los grupos de refugiados. En Chiapas, luego de garantizarles asiento seguro, también se aplicaron dichos programas.
Se acordó, para ello, con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados el paso del programa de asistencia (CM) al programa de autosuficiencia (LS) para Chiapas. Así, se elaboraron los proyectos específicos para lograrlo.
El trabajo asalariado -también con recursos internacionales y específicamente de
La otra vertiente fue la autosuficiencia relativa -unos 80 días del año- que debería lograrse con actividades de traspatio para autoconsumo, a partir del asiento seguro: horticultura, aves de corral, apicultura, cría de conejos, zahúrdas, estanques de piscicultura, etc., básicamente en los solares familiares. Dadas las grandes limitaciones -económicas y políticas- de tierra en Chiapas. Los solares en los nuevos asientos eran en ese momento la única posibilidad de cultivo propio. Al respecto cabe recordar que los campesinos guatemaltecos son excelentes horticultores. Pero, por encima de todo, deseaban un asiento seguro de donde nadie los expulsase.
CIREFCA, 1989
En CIREFCA, el entonces subsecretario de Gobernación Miguel Limón Rojas, anunció que "con el objeto de adecuar la legislación mexicana a las nuevas modalidades migratorias internacionales, el gobierno enviará en la próxima sesión ordinaria del Congreso de
REGULARIZACIÓN
Para 1991, habían nacido en México 15000 hijos de refugiados. Eran constitucionalmente mexicanos por derecho de suelo, y en Campeche y Quintana Roo habían sido asentados en el Registro Civil. Algunos se han repatriado con sus padres. En Chiapas, COMAR contó con una brigada especial para el registro de los nacimientos, gracias al apoyo generoso del gobierno del estado; pero todavía se encontró, a pesar de la promoción, alguna resistencia de ciertos padres de familia, tal vez porque creían que ello les impediría repatriarlos a su retorno.
AUTOSUFICIENCIA
En Quintana Roo los poblados de refugiados contribuyeron a equilibrar el desarrollo del estado aportando excedentes importantes de frutas y otros productos agropecuarios a la actividad hotelera de Cancún y a la ciudad de Chetumal. En momentos de escasez nacional de fríjol en 1989, surtieron 335 toneladas para satisfacer la demanda de Chetumal, Cancún, y parte de Tabasco y Campeche. Aparte del autoconsumo, comercializaron en Cancún 103 toneladas de piña y siete de jitomate, así como 79 toneladas de carne de cerdo, seis de bovino, y 17 de miel, más
La producción artesanal -tejidos típicos- es difícilmente cuantificable, pero contribuyó también al ingreso familiar y al comercio turístico.