11 de Enero de 2007
Muy estimado Catón:
Gozo mucho sus notas diarias de las que soy asiduo. Más me hacen pensar, por su hondura filosófica, los artículos que firma el ciudadano Armando Fuentes Aguirre; son una verdadera delicia intelectual.
Hay, sin embargo, un punto importante en su comentario de hoy del que discrepo radicalmente y no me aguanto las ganas de hacérselo saber con todo el comedimiento. Hace 100 años – y otros 100 después de la independencia – nuestro país era una república sin ciudadanos: más del 80 por ciento de los mexicanos era analfabeto, sin acceso a la atención médica ni a la seguridad social, sin tierra propia, ni siquiera acceso a la economía monetaria, puesto que se les “pagaba” en especie, más la deuda creciente y transmitida de padres a hijos. Una república de porquería. Ya éramos un país de pobres en 1907 y, por supuesto, la causa no era ni el estatismo caduco ni la limitación a la acción de los particulares ni las abstrusas tesis de redención social. La verdadera malformación congénita de la Nación mexicana radica en el despojo de la tierra a sus naturales por parte de los conquistadores y la implantación del régimen de haciendas, o sea el “feudalismo americano”, que traen después de haberse quedado rezagados respecto del resto de Europa y de su naciente burguesía, después de 800 años de guerras en su propia reconquista.
Parafraseando: en 1571, 50 años después de la conquista de México, los naturales poseían el Evangelio y los conquistadores la tierra… en la que los pusieron a trabajar. Esa sociedad terriblemente estamentada es la causa verdadera de nuestro retraso, porque la independencia trigarante fue la más completa traición a los ideales insurgentes, el más descarado y alevoso gatopardismo, que nos dio 100 años más de estructura colonial, una independencia sin desconquista.
Le mando un abrazo agradecido.
Esteban Garaiz
P. D. Por cierto que hace ya un cuarto de siglo que se desmanteló el régimen estatista del paternalismo clientelar y no hemos vuelto a tener índices de crecimiento económico de 6 por ciento sobre PIB – 36 por ciento en un sexenio – como en el período 71-76, cuando la economía registró el índice de remuneración al factor trabajo más alto de la historia nacional. Le confesaré con rubor que a veces estoy tentado de sumarme a la camarilla de los nostálgicos del pasado.
Vale E. G.