martes, 19 de mayo de 2020

La Bolsa temblorosa y el taquero de la esquina

Para Milenio

Esteban Garaiz

07 de abril 2020

Desde que el primer homínido tomó una piedra o un palo para golpear a su presa y así sobrevivir él y mantener a su prole: ahí empezó la economía, ahí empezó el PIB, ahí empezó la civilización, con el esfuerzo, con el trabajo, instrumento, sin capital, capitalizando.

El primer capital: la primera hacha prelabrada, el primer fuego con chispa provocada, el primer refugio construido, vino del esfuerzo humano, del trabajo, sin inversión financiera.

Cronológicamente, por elemental lógica: primero fue el trabajo; de ahí derivó el capital. No al revés. Nos quieren hacer creer que sin inversión (en pocas manos) no hay desarrollo. La lógica patas parriba. 

El PIB, hoy por hoy, no mide la capitalización humana. No tiene cifras. “Los números hablan” pero no tienen cifras. Se espantarían si las tuvieran. El tema se ve como secundario: es un asunto: “social”, no económico. Yo tengo otros datos.

Todos los días por tres meses las exploradoras nos han machacado que el PIB mexicano perdió una milésima (una décima de punto porcentual) en 2019: “la patria se hunde”. No midieron, porque no saben cómo, el avance en el capital humano en ese mismo año. Que la capacitación mejora la productividad. Porque no conciben que ahí está el motor de la economía: en el productor.

Tampoco entienden que el móvil del crecimiento económico está en la demanda efectiva: con capacidad de compra.

El taquero aparece donde hay tragones… con dinero para comer. El taquero capitalizó (o se endeudó con alguien que le financió) el carrito, la canasta y la producción del día; detrás está el trabajo de la taquera.

En este mundo matraca quizá hasta “rentó” la esquina al pie del edificio de empleados tragones con los pesos para comer (en la calle: como buenos mexicanos).

La pandemia está poniendo a las bolsas de valores a temblar. El PIB, aquí y allá y acullá, va a tener sus fuertes altibajos. Al menos en los números. Con talento público habrá empleos: acuérdense del New Deal de F.D. Roosevelt 1933.

En 1960 circulaban en Europa 41 mil 800 millones de dólares en billetes verdes: los eurodólares del Plan Marshall. En Fort Knox había respaldo en oro por escasos 11 mil millones.

Eso después de que Milton Friedman en Bretton Woods, New Hampshire, 1944 (todavía no concluía la Segunda Guerra Mundial) se había confrontado al británico John Maynard Keynes, y logró imponer el acuerdo internacional de que la moneda de intercambio global fuera el dólar, garantizando que en la Reserva de Fort Knox se mantendría el respaldo en oro: a razón de 35 dólares por cada onza troy del metal.

Los países de Europa Occidental, con un enorme esfuerzo de reconstrucción (y con los billetes prestados) se habían recuperado rápidamente; a punto de que los alemanes necesitaban francos y los franceses requerían marcos, no dólares.

El General Charles De Gaulle, presidente francés, requirió el oro a cambio de los bilimbiques verdes que ya le sobraban; y Friedman se resistía.

En 1971, ya muerto De Gaulle, Milton Friedman se pronunció “urbi et orbi”: “El mundo debe saber que un dólar vale un dólar”.

Moraleja: todo a su tiempo; no parece necesario temblar por las finanzas.

 

 


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Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...