Para Milenio
Esteban Garaiz
03 de diciembre 2019
Cuando hablamos de Tercera
Transformación nos referimos aquí al periodo convulso que comienza, por poner
una fecha, con la clausura violenta del periódico Regeneración en 1903 y la
expulsión de los hermanos Flores Magón a los Estados Unidos; se recrudece con
las represiones de Cananea y Río Blanco en 1906; año en que se publica el
Programa del Partido Liberal.
En 1907 el embajador Thompson
advierte a su gobierno. El Imperio entra en pánico. En 1908 se programa la
rebelión. Estalla con los alzamientos populares de Viescas y Las Vacas,
Coahuila, en Palomas, Chihuahua y en Valladolid, Yucatán, aplastados con
violencia.
Después de la entrevista de
Porfirio Díaz con Pearson´s Megazine, se formaliza con la Antirrelección en
1910; quiebra con el asesinato de Francisco I. Madero en 1913. Revienta
entonces el gran movimiento armado de la Revolución Mexicana y termina con la
promulgación de la Constitución de 1917.
Esta precisión puede resultar
de utilidad a la vista de un encomiable esfuerzo por mejorar la vocación de
servicio público de los servidores públicos por estas tierras; programa que han
denominado “Paz Positiva”.
En este esfuerzo, por demás
necesario, están participando eficaces promotores de la organización cívica
australiana Institute for
Economics and Peace, que ha
publicado en español una cuidada recopilación titulada Indice de Paz México
2019 (indicedepazmexico.mx).
En la presentación del
programa de paz positiva se realiza un análisis pormenorizado de los muchos
males que en la actualidad de este siglo XXI en marcha estamos sufriendo en la
sociedad mexicana; y de su múltiple interacción entre unos y otros.
Ahora bien, tomando la
distancia necesaria en el análisis, se acaba observando cómo en definitiva la
maraña arranca de la profunda desigualdad histórica, de raíz, que todavía
perdura y sigue afectando a millones de mexicanos.
Porque la Primera Transformación,
que culminó con la Independencia Trigarante, dejó intacto el régimen agrario
establecido en la Conquista y arraigado durante 300 años de latifundios, y
peonaje de las “cuatro quintas partes de los mexicanos”. Tuvimos así desde 1824
república por encimita y desigualdad feudal en la base social.
La Segunda sólo pudo
desmantelar el poder terrateniente de la Institución religiosa colonial.
No puede haber república
verdadera sobre latifundios y peonaje. Por eso la Tercera Transformación
proclamó Tierra y Libertad. Sólo desmantelando los latifundios y liberando a
los peones se pudo sentar las bases de la República. Pero se requería también
la escolaridad universal. Lo sabían bien los analfabetos que murieron por la
liberación de sus hijos.
La Tercera Transformación tuvo
también un componente urbano- laboral. No sólo por la participación de la Casa
del Obrero Mundial. Sino también porque era parte sustantiva en el Programa del
Partido Liberal de 1906.
Por eso, después del fracaso
del intento meramente político de la Antirrelección con el sacrificio de don
Francisco I. Madero, la Revolución del fondo agrario y proletario incluye en el
nuevo Pacto Nacional los artículos: 3ro, 27, 123, 130.
Quedó tarea para la Cuarta.
egaraiz@gmail.com