Para Milenio Jalisco
Esteban Garaiz
18 de febrero 2020 Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Alemania, Francia, Nueva Zelanda: ésos son países gobernados con enfoque social. No son comunistas. No son capitalistas. Son prosperas economías de mercado. Cobran impuestos progresivos, y fuertes a los que más acumulan.
No están en otro planeta. Se pueden estudiar. Se puede
aprender de ellos. Lo que no significa imitación irreflexiva.
Noruega, por ejemplo. Es un país petrolero igual que México.
En Noruega la explotación petrolera es exclusiva de la empresa pública de
propiedad nacional. Statoil (la Pemex noruega) es, como su nombre lo indica, de
propiedad estatal del petróleo.
Statoil tiene, por razones técnicas climáticas, un costo de
producción por barril cuatro veces más alto que el de Pemex: no es lo mismo
extraer petróleo en las procelosas y frías aguas del Mar del Norte que en las
tranquilas aguas someras del Golfo de México.
Hace más de un año, la autoridad petrolera de Noruega hizo
saber al mundo que su fondo social, propiedad y en beneficio del pueblo noruego,
había alcanzado y rebasado la cantidad de un millón de millones (o sea: un
billón) de dólares.
Aquí, en México, Pemex tiene la décima parte: cien mil
millones de dólares. Pero de deuda. O sea que Pemex debe tanto como lo que
posee en activos arriba de superficie (sin contar el hidrocarburo bajo
superficie, que es de la Nación) Pemex está técnicamente quebrada; y ahora en
terapia intensiva. Así la dejaron los canallas.
La diferencia es muy sencilla (de explicar). Como nos acaba
de recordar un mexicano que fue aquí servidor público y que hoy es directivo de
la OCDE, los países de esa Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (que es como un club de 20 ricos y México de colado) recaudan en
promedio 34 por ciento de su producto nacional bruto, mientras que en México el
Estado recauda 16 por ciento.
También nos lo ha recordado Raquel Buenrostro Sánchez, jefa
del Servicio de Administración Tributaria (SAT). Ahora bien: ninguno de los dos
menciona que de ese 16 por ciento que ingresa a las arcas nacionales, sólo el
12 por ciento es estrictamente tributario; dado que el otro 4 por ciento sobre
PIB es, en realidad ingreso por aprovechamientos petroleros. Es decir: es
acabarse el patrimonio físico de la Nación, que se va acabando. Así ha sido por
40 años.
Lo que sí queda claro es que ese 16 por ciento no le alcanza
al Estado mexicano para cumplir con todas las obligaciones constitucionales que
corresponden cabalmente (esto es importante dejarlo claro) a los derechos
humanos de todos los mexicanos.
Nada más y nada menos: todos los derechos de todos los
mexicanos: son todas las obligaciones del Estado mexicano.
Como todos los contadores saben, la regla de oro en las
cuentas es que ingresos y egresos coincidan. El asunto central, que es
ideológico, es dónde ajustamos. Una de dos: o ejercemos el presupuesto para
cumplir los derechos humanos sólo hasta donde alcance lo recaudado; o
recaudamos hasta donde sea necesario para cumplir cabalmente con todos los
derechos.
Ahí está el enfoque social.