Para Milenio
Esteban Garaiz
05 de noviembre 2019
Cada día está más claro: lo que está profundamente errado es
la estrategia CIVIL. La estrategia civil la debe marcar, a nombre de la Nación,
el titular único del Poder Ejecutivo Federal, que es el Supremo Comandante de
las Fuerzas Armadas. El Congreso de la Unión debe tomar las medidas
pertinentes, incluso ajustando la norma en el Pacto Nacional.
Empezando por el problema: de cuyo serio análisis debe
derivar la solución propuesta. El problema es la adicción a las drogas. El problema
NO deriva de los capos.
La adicción a las drogas es un grave problema social: de salud
pública; tan grave como lo es el tabaquismo o el alcoholismo.
La lógica nos indica que estos problemas de salud pública se
deben resolver esencialmente por los medios y trabajos de salud pública.
La experiencia histórica nos enseña claramente que la Prohibición
no sólo no resuelve el problema de salud pública, ni en lo individual ni en lo
colectivo; sino que lo agrava con las balas.
Ya en este mismo espacio de expresión hemos comentado lo que
ocurrió en los Estados Unidos con la Prohibición de las bebidas alcohólicas
allá por 1920-33.
Oficialmente se nos informa ahora a los ciudadanos que la
unidad operativa del GAIN: Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico,
fundado en 1995, segundo año del presidente Ernesto Zedillo, ha capturado a 663
integrantes del crimen organizado, de los cuales 18 eran relevantes.
La pregunta genuinamente estratégica es: ¿en qué medida la
eficacia indudable del GAIN, en términos operativos, ha contribuido a reducir
los daños a la salud que ocasiona la creciente adicción a las drogas: aquí o
más al norte?
La respuesta es de todos conocida: la adicción sigue
aumentando. Pero todavía es más grave lo que ha ocurrido con la convivencia
social. El país se ha inundado de armas de alto poder, en su inmensa mayoría
llegadas ilegalmente; y precisamente del país que ha inducido a esta estrategia
perniciosa en la que estamos empantanados.
El número de homicidios con balas ha crecido, como todos
sabemos, de manera exponencial, a grado tal que las propias autoridades,
especialmente las locales, se dan públicamente por rebasadas; y la ciudadanía
por impotente y desalentada.
A las autoridades de salud pública, a las que corresponde
resolver el problema de la adicción a las drogas, como el del tabaquismo o el
alcoholismo, no les debe que quedar la menor duda de que las balas, con las
armas ilegalmente importadas, causan más daño a la salud de todos, y más
muertes, que la drogadicción.
La eficacia operativa del GAIN resulta paradójicamente como
una poda eficaz en un jardín cultivado: cuantos más capos resulten capturados o
abatidos, más renuevos rebrotan en la organización criminal. En nada se reduce
la adicción a las drogas.
La DEA no tiene interés en reducir la drogadicción y mejorar
la salud pública; quiere capturar capos y quedarse con el dinero. Ahora sabemos
que el fallido operativo de Sinaloa surgió de una “solicitud” de Estados Unidos
para la extradición de Ovidio Guzmán; y lo más serio: un oficial rompió la
cadena vertical de mando.