Para Milenio Jalisco
Esteban Garaiz
05 de mayo 2020
Pemex no tiene por qué tener “plan de negocios”,
sencillamente porque no es una empresa constituida para generar negocios y
utilidades.
Todo el silogismo falla y se derrumba cuando la premisa mayor
es falsa.
Un análisis nimio de una analista y vocera regional de una de
las autonombradas calificadoras crediticias de deuda soberana (¿quién las
nombró?) parte sistemáticamente de tratar a Pemex como una empresa
obligatoriamente redituable a sus accionistas. Lógica ilógica.
En efecto: la única y primordial razón de ser de toda empresa
privada es la de generar utilidades a sus dueños. Si no, entonces no tiene
razón de ser. No es negocio; no es empresa. Desaparece.
No es ese el caso de Pemex. Desde su concepción en 1934,
antes incluso de la Expropiación Petrolera, Pemex fue concebida (en el marco
constitucional) como la “palanca del desarrollo nacional”.
Habría de ser el gran mecanismo económico encargado de
desarrollar la más importante ventaja comparativa con la que está dotada la
Nación mexicana: los hidrocarburos, en beneficio de todos los mexicanos. No
para garantizar la seguridad energética de otros.
Desarrollo económico no sólo entendido para la transformación
industrial (combustibles, fertilizantes, petroquímicos) sino también para
impulsar el crecimiento en comercio, movilidad, servicios y en la agricultura
nacional.
Los hidrocarburos, al igual que los carbones, no son más que
energía solar fosilizada, acumulada por millones de años. Somos una nación
asoleada y también con energía solar fosilizada.
Lo que extraemos del subsuelo nacional, que es nuestra gran
ventaja comparativa como nación, no es renovable. Debe haber una prudente y
programada extracción porque se acaba. No es para malbaratar lo que pronto nos
va a hacer falta.
Es importante que, como ciudadanos que debemos decidir sobre
lo importante para nuestra generación y para las futuras, tengamos presente que
nuestros hidrocarburos, no sólo nos han servido para garantizar la movilidad
nacional, o sea: comercio y servicios; seguirán utilizándose necesariamente
durante los próximos 10 ó 20 años, en tanto las nuevas energías limpias van
sustituyendo gradualmente el parque vehicular a base de combustibles.
Además, han sido (y seguirán siendo) insumo básico de
fertilizantes nitrogenados (cuasiorgánicos) para los productores graneros y, de
ese modo, se subsidie, con su esfuerzo, la producción de subsistencias
populares.
Pero también son materia prima, limpia, de toda clase de
enseres para la vida normal de las familias: desde medicamentos (cuasiorgánicos),
fibras, lentes, pinturas, platos, cubetas, bolsas y plásticos, revestimientos
vehiculares, calzado y muchos usos más.
El hecho de que, contra la voluntad mayoritaria y con toda
clase de retorcimientos legales, desde 2013 se permita la inversión privada en
exploración y extracción petrolera, no cambia en esencia la vocación histórica
de Pemex.
Este pasado mes de marzo, según datos de la Comisión Nacional
de Hidrocarburos, Pemex extrajo 1 millón 697 mil barriles de crudo. Las
empresas privadas aportaron el 3 por ciento, es decir: 50 mil barriles.