En la nota del pasado martes mencionamos aquí que había en el mes de marzo dos fechas de inevitable recordación: el 18 la Expropiación Petrolera de 1938 y el 21 día de Benito Juárez y la generación de la Reforma.
En estos tiempos de coronavirus, el arresto domiciliario favorece el rebrote de la memoria histórica.
Habría que haber mencionado, de manera igualmente ineludible, el 8: Día Internacional de la Mujer Trabajadora, establecido a propuesta de Clara Zetkin en la Conferencia Socialista Internacional en Copenhague, Dinamarca, 1910.
Así se hizo en memoria de las más de 100 costureras que reclamaban mejores condiciones laborales y murieron encerradas bajo llave en un criminal incendio en Nueva York (y también varones).
Es ocasión de remarcar aquí que la injusta desigualdad de fondo, entonces y ahora, no es entre géneros.
La inequidad básica en México es de castas, no de géneros.
Conviene recordar que toda garantía individual, como el derecho humano a la libertad de creencias, impone al Estado, como lógica contraparte, la obligación de tutelar ese derecho.
En efecto, la Ley sobre la Libertad de Cultos, del 04 de diciembre de 1860, estableció: “Las leyes protegen el ejercicio del culto católico y de los demás que se establezcan en el país, como la expresión y efecto de la libertad religiosa, que, siendo un derecho natural del hombre, no tiene más limites que el derecho de terceros y las exigencias del orden público”.
Así pues, proteger el derecho de todos no puede entenderse, de ninguna manera como hostil y antirreligioso.
Definitivamente: el más sano desarrollo económico propio (sin muros) es el sustentado en los recursos naturales de los que está dotado un país: de la “ventaja comparativa”, como llamaron los clásicos de la economía. A simple vista: no resultaría muy razonable que Canadá o Finlandia se empeñaran en producir plátanos o papayas; la madera sí.
La vocación económica de México deriva, con naturalidad, de sus propios recursos naturales. Como es ya sabido, nuestro país está dotado, entre muchos otros recursos, de hidrocarburos.
Desde un principio fueron objeto de saqueo por la voracidad extranjera.
El asesinato de Francisco I. Madero fue tramado, como lo saben nuestros escolares, en la embajada de los Estados Unidos de América con el traidor Victoriano Huerta, para no pagar derechos petroleros.
De ahí que recordemos, y festejemos, el genio político de Lázaro Cárdenas de haber procedido en la coyuntura política del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y de la presidencia del gran F.D. Roosevelt en los Estados Unidos, a rescatar el recurso de la Nación para el desarrollo de la Nación.
De todos son conocidas las escenas en blanco y negro de los niños aportando sus veintes de cobre sustraídos al cochinito y de las ancianas desprendiéndose hasta de sus anillos de matrimonio para contribuir a la indemnización.
Hoy Pemex, saliendo de terapia intensiva, podrá pronto garantizar la movilidad nacional sin los altibajos de los precios internacionales de la gasolina: refinada aquí, como desde 1940.
P.D. Empezó la primavera.