Para Milenio
Estaban Garaiz
14 de enero 2020
Lograr ingresos para todos los necesitados, de cualquier origen, es, en sí misma, la verdadera economía.
La economía es, por
definición, la eficacia en el uso y disposición de los recursos materiales
disponibles, para atender todas las necesidades de todos los seres humanos. Las
necesidades de todos antes y por encima de todo. Eso es economía.
Más de la mitad de los 7 mil
millones de seres humanos del planeta sufren necesidades vitales. En
consecuencia: la economía del planeta está mal.
Muchos economistas han perdido
el rumbo: las necesidades materiales de los seres humanos. Se fueron por los
indicadores.
Necesidades humanas son:
derecho a sobrevivir, en primer lugar; derecho a una adecuada nutrición y
atencion a la salud; agua y vivienda; educación para la convivencia humana y
capacitación para la productividad; derecho a la sana recreación. Son vitales.
Eso es economía: en sí misma.
Profesionales de la economía han perdido el rumbo. Cuentan y recuentan
indicadores y entelequias artificiales, como las monedas. Dan puntual
seguimiento a las altas y bajas de las paridades, réditos, capacidad de
endeudamiento, crecimiento del PIB, ingreso promedio (engañoso promedio) per cápita; y demás.
Mientras tanto, la razón
esencial de la economía anda sin rumbo. No estamos hablando de moral. Estamos
hablando de racionalidad económica: de necesidades materiales de los seres
humanos, vitales. Primera obligación del Estado: los derechos de todos.
Más de la mitad de los seres
humanos, según sus informes nacionales, tienen índices de mortalidad infantil
inaceptable ante los conocimientos y capacidades de la ciencia médica de hoy.
Incomprensible,
científicamente incomprensible, que la población de los Estados Unidos de
América tenga un índice de mortalidad infantil de casi el doble que el de la
Isla de Cuba (con más de medio siglo de bloqueo).
Por cierto: igualmente
incomprensible que el gobierno federal de ese país norteamericano ponga toda
clase de trabas “legales” a que su población civil viaje a la isla al llamado
“turismo médico”, donde la atención a su salud individual le resulte
notoriamente más económica.
También extraño resulta que
ese democrático gobierno tenga que defender “sus intereses” (o sea: intereses
suyos) en Irak, matando en Irak con drones a un general en Irak.
Quizá el presidente de ese
país norteamericano considere de su obligación explicar democráticamente al
pueblo iraquí por qué necesidad económica de atención a las necesidades de su
pueblo norteamericano, se vio en la urgencia de matar en territorio ajeno.
Quizá sea para, además de
mejorar la atención a la salud de toda su población, también para superar el
rezago que ya sufre la población escolar en su país, según las notas que
presentan las pruebas PISA de los países económicamente fuertes de la OCDE.
Como en este mismo espacio
informamos a nuestros amables lectores en la nota del día 17 de diciembre de
2019 pasado, los escolares estadounidenses (o sea: su sistema educativo)
aparecen en el lugar 19. Después de China, Singapur, Japón y otros 15 países,
en matemáticas.
Eso es economía. Lo demás es
especulación financiera: engaño.
P.D. ¿Quién sanciona al
sancionador?