Para Milenio
Esteban Garaiz
10 de diciembre de 2019
Llamar funesta a la Comisión de los Salarios Mínimos no es
una etiqueta irresponsable lanzada con rabia y animosidad. Es simplemente calibrar el daño severo,
esencial, que esa institución ha causado a la economía familiar de las mayorías
nacionales desde 1982; y es, por tanto, la responsable instrumental del caos
nacional en el que la Nación está hundida y del que no acabamos de salir: en
salud y en seguridad, e incluso en integración familiar.
Además de violar sistemática y persistentemente por 36 años el
espíritu mismo de donde derivó su creación: el artículo 123 constitucional.
Grandes discusiones sobre décimas de punto porcentual en
nuestro crecimiento económico: que si el PIB este año concluirá en
desaceleración (igual que toda la economía mundial); o si técnicamente ya
llegamos a la recesión por medio punto.
Analistas sesudos metidos a la econometría; ninguno (casi) se
ha puesto a reflexionar sobre la primera ley de la economía: el motor del
crecimiento es la demanda. La inversión viene después, como consecuencia:
cuando se ha comprobado la demanda.
Lo primero que hace cualquier inversionista serio y conocedor
es comprobar si hay mercado para lo que pretende ofrecer y en lo que piensa
invertir.
Cualquier econometrista serio tiene documentado, al centavo
de centavo, lo que millones de familias en México sienten día con día: desde
1976 (año en que el poder adquisitivo del salario mínimo alcanzó su máximo
histórico) al año 2018, el poder de compra del salario mínimo legal establecido
por la susodicha Comisión cayó a menos del 24 por ciento.
O sea, dicho de otro modo: ni con
cuatro salarios mínimos de 2018 un jefe de familia pudo adquirir lo que un
trabajador legalmente contratado podía comprar en ese año 1976.
Ahora, gradualmente, pero muy tímidamente, parece haber un
consenso, incluso entre varios de los organismos de representación empresarial,
de que es imprescindible recuperar ese nivel en el poder adquisitivo familiar.
No faltan quienes siguen asustando con el petate del muerto:
se va a desatar la inflación. Los hechos contundentes han demostrado que este
año 2019 la inflación no sólo no se ha disparado, sino que se ha contraído
ligeramente.
Está escrito en el Pacto Nacional revolucionario desde hace
102 años: artículo 123, VI: “Los salarios mínimos generales deberán ser
suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en
el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria
de los hijos”. Jefe de familia.
En gran manera el sorprendente crecimiento económico que tuvo
México desde 1940: el llamado “milagro mexicano” en las esferas de las Naciones
Unidas (una vez sentadas las bases de la rectoría económica) hasta 1982, por
más de 5 por ciento anual, se debe sin la menor duda al poder adquisitivo de las
familias trabajadoras.
Desde 1982 más de 36 años violando la Constitución por un
órgano público creado en el marco mismo constitucional del 123+.
Los trabajadores de México nada perderían, ni la propia
economía nacional, si desaparece la hipócrita CONASAMI.