Para Milenio Jalisco
Esteban Garaiz
17 de diciembre 2019
Está divertido. De ninguna manera esta nota pretende echar
marcha atrás de la posición en contra de que la educación que hay que impartir
a la niñez mexicana, se reduzca a la mera formación- información profesional,
tal como propugna y valora la OCDE a través de la prueba escolar PISA.
Pero resulta muy ilustrativo fijar la atención en los
resultados publicados en una nota de Olga R. Sanmartín fechada en Madrid y
publicada en El Mundo, 4 de diciembre (encartado en Milenio Diario Jalisco).
La nota presta atención especial a los resultados escolares
españoles: en una escala de 19 países. En ella se comparan los resultados en
matemáticas.
En esa escala de resultados aparece China en primer lugar con
591 puntos, seguida de Singapur con 569, Japón con 527, Corea del Sur 526,
Estonia con 523, Holanda con 519, Polonia con 516 y Suiza con 515.
A continuación, aparecen Eslovenia con 509, Finlandia con
507, Reino Unido con 502, Alemania 500 y Francia con 495.
Sigue la escala: Portugal con 492 puntos en matemáticas,
Italia 487, Lituania 481, igual que Hungría con 481. Al final de la tabla
aparecen: España también con 481 puntos y Estados Unidos a lo último con 478
puntos en la valoración de matemáticas.
México no aparece en la tabla citada.
Resultados muy parecidos se observan en la prueba de
ciencias; donde China sigue en primer lugar con 590 puntos, Alemania queda en
el lugar 11 con 503, Estados Unidos en el puesto 12 con 502 puntos y España en
el lugar 16 con 483 puntos; seguida de Lituania, Hungría e Italia.
Hasta a la OCDE le va quedando claro que no es necesariamente
lo mismo: crecimiento económico medido en cualquier moneda nacional (aun con
pretensiones de referencia mundial) que lograr desarrollo social íntegro en una
convivencia nacional e internacional.
Pero que, efectivamente, los conocimientos básicos de la
niñez escolar en materia de ciencias y de matemáticas pesan en la productividad
de una nación entre las causas principales.
De poco le van a servir a Donald Trump los muros, los
aranceles, la pretendida propiedad intelectual o las insensatas pretensiones de
interrumpirle (por ejemplo) la cadena productiva a Huawei.
Ya sólo falta que quiera cobrar propiedad intelectual por el
cero matemático de la numeración árabe, que llegó a Europa por la Córdoba
morisca en el año de 1300 de la era cristiana (los romanos no conocieron el
cero).
Ya los chinos han ganado la carrera: de la escolaridad y de
la capacidad económica. Con la férrea rectoría del Estado y utilizando el
mercado.
Pero hay que insistir en que no se puede, por ningún
concepto, reducir la educación al mero aprendizaje de conocimientos científicos
y habilidades matemáticas.
En nuestro caso, el artículo tercero del Pacto Nacional es
contundente y lúcido: “La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar
armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez,
el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y a la conciencia de la
solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”.