Para Milenio
Esteban Garaiz
14 de abril 2020
La más importante experiencia de
rescate económico en la historia del mundo (desde los tiempos de las vacas
flacas en Egipto hace 3500 años) ha sido el New Deal, encabezado por Franklin
D. Roosevelt en 1933, a partir de la Gran Depresión de 1929, durante la
presidencia de Herbert Hoover.
La gran oligarquía norteamericana
quiere que se olvide este negro episodio de la voracidad empresarial, porque
marca el éxito de la eficaz rectoría del Estado.
En 1932 Franklin Roosevelt fue
electo presidente de los Estados Unidos de América, en el peor momento de su
historia. (El único presidente en ese país, electo por 4 períodos: 1932, 1936,
1940 y 1944). En ese 1932, la acumulación de capitales y la pobreza y
desigualdad habían llegado a extremos tales que se hundió la economía nacional
por falta de compradores, por falta de mercado.
La Gran Depresión: 15 millones de
trabajadores en paro; los bancos en quiebra; manifestaciones masivas,
pacíficas, de los veteranos del Bonus Army, reprimidos por el gobierno. Todo eso
en el centro mundial del capitalismo.
Cuenta William Manchester en Gloria
y Ensueño (The Glory and the Dream): “Aquel año cerca de dos millones de
estadounidenses, aparceros expulsados de las tierras, propietarios agricultores
que no podían pagar las hipotecas y abandonaban sus campos… En resumen: la
capacidad de compra del consumidor no seguía el fuerte ritmo de la producción
de bienes”.
Apenas llegó Franklin Roosevelt a
la presidencia implantó según las facultades extraordinarias que le fueran
atribuidas, el New Deal. Generando empleo productivo desde el gobierno y
dinamizando el ingreso familiar.
Ordenó la emisión inmediata de
millones de dólares en papel moneda, utilizando la cobertura de los activos
bancarios. Hizo saber que publicaría la lista de todos los que habían retirado
oro. Al abrir los bancos, se formaron largas colas y poco después se habían
recuperado 300 millones, suficientes para la cobertura. El comercio salió de su
atonía.
Inició su Plan de Cien Días; se
legalizó la cerveza. Se creó el Cuerpo Civil de Conservación CCC, dando trabajo
a millones de jóvenes de barrios pobres con uniforme verdinegro; plantaron 200
millones de árboles; y más de 30 mil proyectos: construcción de diques y
represas, oficinas de Correos, puentes, cárceles, aeropuertos, alcantarillas,
piscinas públicas, pistas de atletismo, campos de deporte, centrales
eléctricas, estaciones ferroviarias, nuevas carreteras, hospitales, nuevos
ayuntamientos, edificios de tribunales, servicios sanitarios, escuelas, redes
de abastecimiento de aguas, control de crecidas, zoológicos, alamedas.
El costo conjunto “no llegaba a
los 20 mil millones, la cuarta parte del presupuesto anual del Pentágono” con
Nixon (Manchester pp... 167-168). Así se salvó Estados Unidos.
Otros tiempos, otras latitudes; sólo lecciones sin imitación extralógica.