Artículo escrito el 15 de Junio de 2006
Si estamos en medio de la vía del tren y el tren avanza hacia nosotros a 100 metros de distancia, tenemos la opción de hacernos hacia la izquierda o de hacernos a la derecha; o nos lleva el tren. Quedarse en medio de la vía es también una decisión. No será la primera vez en la historia del mundo que alguien decide ser arrollado por el tren. A todas luces no es la opción más afortunada.
Quien decide no votar está también tomando una decisión soberana. Es indudablemente un modo de ejercer su derecho ciudadano. Claro está que eso representa no cumplir con su obligación. Quien no vota está decidiendo dejar en los demás la decisión de marcar junto con los demás el rumbo de la nación. Quién dice que la política es sucia y en consecuencia, decide no votar para no ensuciarse las manos con la política, en realidad está ensuciando la política y llevando al poder a los malos políticos, que evidentemente no decidirán por el bien de todos los ciudadanos. Sí hay buenos políticos y sí hay buenas opciones políticas; el trabajo es informarse y tener el valor de decidir.
Por otro lado, cabe también la decisión soberana de acudir a la casilla y anular el voto. Puede alguien madrugar, bañarse y rasurarse en su caso, tomar su credencial de elector y ponerse en la fila hasta que le den las boletas electorales y le pinten su dedito; decide marcar dos o varias opciones o simplemente tachar toda la boleta, o más aun: poner injurias y recados no gratos en la misma. Este es, sin duda alguna, un modo de votar, un modo pesimista y desaconsejable, aun cuando sea soberano. También es un modo de dejar a los demás que decidan por mí.
Claro está que un número alto de votos deliberadamente anulados tiene que llamar la atención de los contendientes políticos, de los analistas y de las autoridades electorales.
En esta ocasión, para el próximo 2 de julio, hay cinco opciones políticas. Cada una de las cuales tiene un ideario, un programa de acción y una plataforma electoral registrada ante el IFE; y tiene también sus candidatos. Un modo informado y razonado de votar sin duda no puede dejar de valorar la calidad ética y la capacidad profesional de las candidatas o candidatos. Por otro lado, ingrediente absolutamente necesario será conocer a qué grupo político pertenece, o sea el partido político o coalición de los 5 que están registrados ante el Instituto Federal Electoral y qué plataforma tiene.
Cada una de estas opciones políticas tiene una clara idea de a donde quieren llevarnos como nación: qué vamos hacer en una sociedad donde la mitad de la población vive en condiciones de lamentable pobreza y marginación y qué tenemos que hacer en materia de nutrición materno-infantil, de salud, de educación de calidad para que todos estos hermanos mexicanos se incorporen a nuestra sociedad nacional y, hay que decirlo crudamente, se incorporen también a nuestro mercado, de modo tal que la economía nacional encuentre su dinámica de crecimiento.
Qué hay que hacer también para que la otra mitad de la nación, la que tiene un patrimonio familiar que conservar, vea satisfecho su legítimo reclamo de seguridad frente a la creciente violencia desatada por el crimen y la delincuencia; reclamo éste claramente expresado por cientos de miles de mexicanos, que, saliendo a las calles, han exigido con razón a las autoridades su derecho a vivir en paz y de no ser agredidos en su vida, en su integridad física y en su patrimonio.
Tan respetables son los derechos humanos de quienes reclaman la integridad física de ellos y sus familias como los que aspiran a que sus hijos sobrevivan al hambre y a las enfermedades generalmente curables y tengan una escuela de calidad.
Qué vamos a hacer frente a ese otro tema central que representa el endeudamiento público, que estamos pagando entre todos, hasta los que no se enteran sobre todo el rescate bancario que ha llegado al día de hoy a un millón de millones más 300,000 millones de pesos, que representan un 20% de nuestro producto interno bruto; y cuyos intereses significan para la nación 33,000 millones de pesos cada año. Indudablemente que quienes hemos tenido la suerte y privilegio de recibir educación superior, no podemos soslayar el tema de nuestro patrimonio energético nacional; PEMEX sigue siendo una empresa esquilmada por todos nosotros, los que pagamos impuestos y los que no los pagan.
Resulta inaceptable que una empresa nacional pública, que obtiene utilidades brutas incluso superiores a las llamadas “hermanas mayores”, sea esquilmada teniendo que cubrir un impuesto hasta más del 40 por ciento de todo lo que recauda el fisco federal. Aun cuando decidiéramos alegremente venderla, a continuación habría que pensar en el gasto del año siguiente, que hoy sale de la empresa paraestatal; y además no habría ninguna empresa extranjera dispuesta a invertir pagando impuestos por un monto equivalente a los que actualmente paga PEMEX al fisco federal.
De los 30 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, México es el país que menos recauda fiscalmente. Los ingresos por impuestos representan en México el 18% del Producto Interno Bruto. El promedio de la carga tributaria en los países de la OCDE es el 36.9% del PIB; es decir qué México recauda menos de la mitad del promedio de estos países.
Pero lo que es mucho más serio es la estructura interna de esa carga tributaria: el impuesto sobre la renta, es decir sobre el ingreso personal, representa el 28% de nuestra recaudación. A diferencia de las otras naciones integrantes de OCDE, en México el impuesto sobre la renta no es la principal fuente de ingresos tributarios, mientras que en otros países representa más de la mitad. Quien quiera emitir el voto razonado deberá pensar seriamente si queremos seguir el ejemplo de los países desarrollados o seguir empeñados en que se cobre IVA a los alimentos y las medicinas. La esencia y estructura de la urgente reforma fiscal es lo que está verdaderamente a debate, porque va a afectar nuestros ingresos y el desarrollo de la economía de todos: o IVA o impuestos progresivos.
Ustedes, que tienen estudios universitarios, dirán si podemos dejarlo para que personajes desconocidos lo decidan por nosotros.
Quien de ustedes haya leído “México Bárbaro” de John Kenneth Turner, un librito de pocas páginas, sabrá que hace 100 años y cuando Porfirio Díaz celebraba con bombo y platillo el Centenario, más de 80 por ciento de los mexicanos vivían como peones, siervos de la gleba, amarrados a la tienda de raya de la hacienda por una deuda transmitida de padres a hijos, en un país donde el 98 por ciento de la tierra era propiedad de 3,500 familias. No usaban dinero porque no se les pagaba en dinero: dicho en términos técnicos, la gran mayoría de la población no formaba parte de la economía monetaria.
México era una república de nombre, una república sin ciudadanos.
Los peones no sólo no elegían a su Presidente, ni a su Presidente Municipal; no podían decidir de su propia vida. Estamos precisamente celebrando el centenario del Programa del Partido Liberal, 1906, que reclamaba, entre otras cosas la liberación de los peones, de los que desciende la gran mayoría de los mexicanos de hoy, que ahora sí pueden votar.
Don Francisco I. Madero, el gran precursor de la democracia, llegó a la Presidencia de la República por la enorme cantidad de 19,997 votos, en un país de 15 millones de mexicanos en 1911.
De las primeras lecciones de economía que uno recibe en la universidad es que el mercado, o sea la demanda, es el motor que dinamiza toda la vida económica de una sociedad. Si no hay consumo, si no hay quien compre, por muchas facilidades que se den a las empresas, y por muy eficaces y productivas que sean, sólo se llenarán de almacenamientos y acabarán quebrando.
Sólo el consumo crea empresas y empleos; y para que haya consumo, tiene que haber ingreso familiar, es decir empleo bien remunerado.
Tenemos la costumbre, muy arraigada en Jalisco, de compararnos con nuestros vecinos del Norte, como si para todo fueran el paradigma a seguir. Curiosamente, en lo único en que no los imitan la mayoría de nuestros empresarios – con muy honrosas excepciones – es en el “espíritu de Henry Ford”: mis trabajadores deben poder comprar lo que producen; sólo el ingreso familiar masivo genera mercado; sólo el empleo bien remunerado, no sólo levanta la productividad alegre, sino que, en conjunto, genera la demanda de nuestros productos y le da dinámica a nuestra economía.
La raíz de la prosperidad económica norteamericana se sustenta en un hecho central: trabajadores bien remunerados y con alegre productividad, que con sus ingresos generan consumo y demanda, que es el motor de la economía.
No tendríamos la sangría poblacional que tenemos, acelerada en los últimos años, si nuestros hermanos trabajadores encontraran aquí en su tierra el empleo bien remunerado que les permita, con sus compras, generar crecientes empleos.
Nos queda la mitad de la población de México, los pobres sin integrar al mercado. Mercado potencial le llaman los economistas.
Este pasado domingo nos han recordado que “hay que hacer de México un país de inclusiones”; necesitamos un país que incluya a la media nación que reclama legítimamente seguridad para sus personas, para sus familias y para sus patrimonios; y que incluya también, que incorpore, a la otra mitad, la que no sabe reclamar, pero cuya situación de marginación clama al cielo. Que se incorpore a nuestra economía, a nuestra vida social, a nuestra democracia, a nuestra capacidad de decisión colectiva.
México se está quedando rezagado en su competitividad, entre las economías punteras del mundo. Todos los organismos internacionales lo dicen con absoluta claridad; lo acaba de decir la financiera Standard and Poor’s: la esencia de la competitividad estriba en la inversión nacional en investigación científica y técnica. ¿Qué hemos hecho en el país en los últimos 20 años? No podemos seguir atenidos a pagar patentes y franquicias, hasta de variedades del maíz, descubierto en nuestro territorio hace siete mil años y una de nuestras aportaciones a la cultura universal, junto con el hule, el cacao, el aguacate, el tomate, etcétera. Vean los índices de inversión en tecnología en los países de Asia que ahora nos asombran; y vean qué es lo que ha invertido México en esta materia en los últimos 25 años. He aquí otro tema para decidir nuestro voto.
¿Cómo podemos hablar de estado de derecho en un país donde millones de personas, mujeres y hombres, no existen jurídicamente, porque no tienen y nunca han tenido, acta de nacimiento…y donde las autoridades, que deben trabajar por el bien de todos, no hacen el esfuerzo para que cuenten con el derecho, gratuito naturalmente, a un registro extemporáneo? Para no hablar de los homicidios impunes de todos los días.
¿Cuántos analfabetas nos quedan en México? ¿Nos puede eso dejar tranquilos? Hay millones de mexicanos, hombres y mujeres, que tienen derecho, derecho ético a que se les dé el pez para comer hoy y también se les enseñe a pescar.
Esta semana publicó la UNICEF sus cifras mundiales del año: más de un millón de niños mexicanos sin escuela cuando nos sobran maestros graduados. ¿Es eso igualdad de oportunidades?
Hace cuarenta y cuatro años, bajo el papado y la inspiración de Juan XXIII se iniciaban las deliberaciones del Concilio Vaticano Segundo, en las que participaron más de 2,500 obispos y sacerdotes. Desde el Concilio Vaticano Segundo la Iglesia Católica afirmó su opción preferencial por los pobres, por la equidad económico- social y la democracia, (esto lo tomé de Internet)
La ley prohibe – sabiamente – a los partidos políticos y candidatos el uso de símbolos religiosos con propósitos de inducción del voto de los ciudadanos. Pero nada nos impide utilizar criterios éticos como herramienta para razonar nuestro voto. (Por cierto: hay que decirle a Joyerías APLICSA que ”bonum commune” se puede traducir igualmente como bien común, el bienestar colectivo o, por el bien de todos).
Opción preferencial por los pobres. Equidad económico – social. Democracia. Durante todo el siglo XX, la pobreza y marginación en México se fue reduciendo gradualmente del 90 por ciento de los mexicanos a la mitad. Nos queda una larga tarea por delante. Sólo nutrición, salud y educación masivas y el ingreso familiar decoroso podrán abatir el rezago.
Democracia. En 1917 los mexicanos, varones, lograron, después de 2 millones de muertos, la liberación de los peones y el voto universal directo y secreto. Las mujeres tuvieron que esperar hasta 1953. Mejor dicho: pelearon duramente para conseguirlo.
Todavía hoy se ha requerido poner en la ley esto que se llama “acción afirmativa” para que los partidos políticos les asignen al menos un tercio de las candidaturas…cuando son el 52 por ciento del padrón electoral. Como ven, todavía queda un largo camino por recorrer para lograr una democracia aceptable para mujeres y hombres.
Hay también elementos éticos que considerar en nuestra convivencia nacional. Está el tema de la vida; y yo les digo categóricamente que se salvan muchas más vidas con un buen programa de nutrición materno-infantil en Chiapas, Oaxaca, la Montaña de Guerrero, la sierra de Hidalgo, etcétera que con la penalización civil del aborto. ( Y, por favor, que no se diga que promuevo el aborto).
Si aceptamos el principio ético republicano de la igualdad de oportunidades, debemos concluir que la nutrición materno-infantil, la educación de calidad para todos: criollos, mestizos o indígenas y la salud de los menores, ancianos y discapacitados deben salir del mercado. De manera subsidiaria, cuando las familias no tengan con qué, deben ser atendidas por el representante legal de la Nación, es decir por el Estado. En consecuencia, no será un favor asistencial, canjeable por votos, sino un derecho humano que se debe reclamar.
Se dice, en muchos medios de comunicación, sobre todo radiales en Jalisco, que la democracia es cara. En este año 2006 el Presupuesto Federal está gastando, sólo de intereses del rescate bancario FOBAPROA-IPAB 33,456 millones de pesos, tres veces lo que se gasta en las elecciones federales en año electoral.
En Jalisco tenemos un tiraje conjunto de 120,000 periódicos diarios: el 2 por ciento de los jaliscienses leen el periódico; los demás se atienen a la información parcial y superficial que transmite la televisión, que da clara preferencia a la nota roja.
Yo confío en que ustedes, universitarios, sí estén bien informados y con capacidad de decisión.
Lo logrado no es poco. Hay que incrementarlo y depurarlo. Pero principalmente: no lo desperdicien
Es de ustedes este país. Cuídenlo
Esteban Garaiz