miércoles, 25 de mayo de 2016

Escuela Mexicana de Participación Ciudadana


“No hay que llegar pronto y solo, sino con todos y a tiempo”. O para decirlo al estilo vernáculo de José Alfredo Jiménez: “Después me dijo un arriero que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”.
En 1789 el pueblo enfurecido y hambriento de París asaltó La Bastilla y derrocó la monarquía absolutista. Proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Sobre la base necesaria de los Derechos del Hombre definió los Derechos del Ciudadano.
Ahí se proclamaron también los grandes valores republicanos: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Como tres personas divinas de un solo ideal verdadero: la Justicia.
Cien años después, en estas tierras, un ilustre mexicano, Justo Sierra, Ministro de Educación y de Justicia del régimen de Porfirio Díaz,  se enfrenta a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión: a la representación nacional del poder legalmente constituido.
Les dice: “Pues si hay cuatro quintas partes de mexicanos que son parias, señores, esto quiere decir que hay cuatro quintas partes de mexicanos que no tienen derechos: quiere decir que una gran masa de la población mexicana no ha encontrado justicia todavía”.
Y citando, como él dice, al predicador de la montaña, lanza aquella frase: “el pueblo mexicano tiene hambre y sed de justicia”.
En la más lúcida autocrítica, está Justo Sierra reconociendo que la Independencia Trigarante desvinculó estas tierras de la monarquía española; pero no desmanteló el régimen colonial fundado en una estructura agraria arcaica e injusta, cuasi-feudal, que rezagó nuestro proceso nacional por más de 100 años. Hubo independencia, pero no hubo desconquista.
Ante el profundo malestar de la Nación, y la toma de conciencia de una minoría lúcida de clase media por esa República del 20 por ciento, donde las cuatro quintas partes,  12 millones de los 15 que entonces tenía la Nación al empezar el siglo XX, los peones, que no podían decidir ni de su propia vida, amarrados como estaban por la deuda transmitida de padres a hijos: en ese caso alguien en otro nivel quiso camuflar el malestar rebelde con el ideal meramente político de la No Reelección. Como si ese fuera el verdadero problema del país, y en eso estuviera la solución de la aberración nacional.
Francisco I. Madero, triunfante y aclamado por el pueblo, cometió dos grandes errores. El primero fue licenciar a los contingentes revolucionarios y quedarse con la vieja estructura del ejército profesional porfiriano.
El segundo, ingenuo, fue pretender cobrar derechos sobre la riqueza líquida del subsuelo propiedad de la Nación: 3 centavos por cada barril de petróleo. El comandante del ejército profesional, legalmente constituido, fue llamado a la Embajada; y Madero fue asesinado.
Ahí comienza, entonces, la verdadera Revolución. Ahí se ahonda la desconquista. Ahí explota, revienta el régimen agrario colonial. Hay que desmantelar el latifundio arcaico e improductivo.  Sobre todo, hay que liberar al peón de su opresión. El doble lema: Tierra y Libertad.
En el nuevo contrato social del siglo XX hay que ir más allá de la mera estructura política del gobierno republicano, además de incorporar y actualizar las garantías individuales de la Reforma del XlX; incorporando por primera vez en la historia los derechos laborales. Dicho de otro modo: hay que plasmar en el nuevo Texto Rector los derechos del hombre en la base que fundamente los derechos del ciudadano.
Una frase acabará resumiendo la nueva filosofía de la convivencia nacional: “la Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público”.
El proceso de inclusión nacional tuvo importantes avances durante tres cuartos de siglo a partir del nuevo pacto social: en la escolaridad, en la preservación de la vida infantil, en la nutrición, en la producción agropecuaria e industrial, en las comunicaciones, en la seguridad social, en la formación profesional; en el rescate del petróleo nacional.
También en la participación política. Antes incluso de la conclusión del nuevo Pacto Social, en 1914 (y para efectos del propio Congreso Constituyente)se estableció la ciudadanía universal y la elección directa: de los varones; y 40 años después el de las mujeres. Campesinos analfabetas sabían lo que querían para sus hijos; y votaron.
Para 1977 era claro que la creciente pluralidad política no cabía ya en un solo partido: fue necesario propiciar el pluripartidismo. Hoy tenemos ayuntamientos plurales.
La sombra de una República del 20 por ciento  todavía nos obscurece ominosa. Hay que convencer a las 4 quintas partes que vender su voto es traicionar a sus hijos y a sus nietos. Hay que propiciar que asuman la primera y fundamental participación ciudadana.
Los datos oficiales, los del gobierno, nos indican que en estos decenios el proceso de inclusión social desencadenado con el Pacto Social de 1917, no sólo se ha estancado en factores fundamentales como la autonomía económica dentro de la inevitable globalidad; como la matrícula universitaria y media superior; como la seguridad alimentaria; como la reducción de la mortalidad infantil; como la cobertura de la seguridad en salud; y sobre todo, en la remuneración al factor trabajo del 99 por ciento.
Desde 1982 estamos yendo para atrás. Si de las 4 quintas partes de mexicanos marginados, la proporción se había reducido a 2 quintas partes en 1980, hoy son las cifras del propio gobierno las que nos dicen que la exclusión de la vida productiva y social alcanza ya a más de la mitad de la población. No podemos soñar en tener hogares integrados mientras los números nos digan que el poder adquisitivo del salario mínimo oficial sólo cubre hoy el 20 por ciento del que tenía en el lejano 1976.
Ahora en Jalisco: en la vanguardia democrática de este movimiento que crece en la toma de conciencia, no podemos olvidar que “no hay que llegar pronto y solos, sino con todos y a tiempo.”
Vamos a seguir luchando por lograr todas las formas de la participación política ciudadana: por la iniciativa popular, por la transparencia y por la rendición de cuentas, por el referéndum, por el derecho de los ciudadanos soberanos a revocar su mandato. La participación ciudadana activa será la garantía de la justicia social.
Pero tendrá que ser sobre la base de la dignidad humana de las 4 quintas partes: no más seres humanos viviendo bajo cero, en la zozobra de un asentamiento irregular, sin  agua y drenaje, o escuela realmente gratuita, sin alumbrado que garantice el mínimo de seguridad a sus mujeres.
P.D. Margarita: Tu ilustre abuelo estaría orgulloso de ti.

Entrevista sobre la política energética actual, en México.

Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...