viernes, 18 de agosto de 2006

Mariano Otero

Julio de 1986


Sorprende en verdad que en 1842 un joven abogado jalisciense de veinticinco años, con limitado y tardío acceso a las obras del pensamiento político y económico universal, y específicamente europeo, haya insistido en que “la organización de la propiedad es el principio generador de los fenómenos sociales”, que esta organización se refleja en la relación de las clases sociales, que “el cambio general debe comenzar por las relaciones materiales de la sociedad” y que “la propiedad mal repartida produce la más funestas consecuencias”.

Más sorprendente resulta si caemos en la cuenta que esto ocurre tres años antes de la publicación de La Sagrada Familia y seis años antes del Manifiesto Comunista, que podrían considerarse como el nacimiento formal del materialismo histórico y del socialismo científico; y veinticinco años antes de la publicación del primer tomo de El Capital.

Abogado a los dieciocho años, Mariano Otero, que había nacido en Guadalajara el 4 de febrero de 1817, conocía sin duda a Benjamín Constant, Madame de Stael, Alexis de Tocqueville, y a Edmund Burke.

El Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana supera de inmediato las ataduras circunstanciales que tiene con la defensa del Plan de Jalisco lanzado por Mariano Paredes Arrillaga y, dejándolas atrás, se adentra en un profundo y perspicaz análisis sobre las clases sociales en México, inimaginable en tan corta perspectiva.

Al leer este Ensayo y reflexionar en figuras como Mariano Otero, Francisco García Salinas, Prisciliano Sánchez o Ponciano Arriaga, se alcanza a percibir cuán equivocados están quienes piensan simplemente que el liberalismo mexicano se dejó llevar de manera mecánica por el librecambismo predominante sin hacer reflexiones propias sobre la realidad nacional.

En 1842 es electo diputado al Congreso Constituyente, después fallido. En él se empeña Otero en hacer planteamientos jurídicos para “proteger al ciudadano de los abusos del poder”.

Cinco años después redacta, junto con Manuel Crescencio Rejón, en el artículo 25 del Acta de Reformas a la Constitución de 1824, la primera versión federal del juicio de amparo, fórmula que después pasó en lo sustantivo a las constituciones de 1857 y de 1917.

En 1848 Otero es designado Secretario de Relaciones Exteriores por el presidente José Joaquín Herrera.

Articulista asiduo de El Siglo XIX, muere el 31 de mayo de 1850, abatido por el cólera. Tenía treinta y tres años.

Dos grandes e ilustres mexicanos han estudiado con profundidad y admiración la vida y el pensamiento de Mariano Otero. Los dos de nombre de Jesús: Silva Herzog y Reyes Heroles.

El primero observó desde 1947 en su obra El Pensamiento Económico en México, publicada por el Fondo de la Cultura Económica, la perspicacia del análisis político con contenido económico hecho por Mariano Otero.

El segundo no sólo le dedicó páginas amplias sobre el método de análisis de la realidad social en su obra monumental sobre El Liberalismo Mexicano, sino que hizo en 1967 una edición en dos tomos de las obras de Otero, con un completísimo estudio preliminar.

Dice Reyes Heroles que Otero fue tan gran jurista que poco se ha reparado en su carácter de sociólogo y economista.

Se incluyen en esta edición textos preliminares de ambos autores. El primero, muy breve, citado de La economía política en México 1810-1974, publicado por Don Jesús Silva Herzog en Cuadernos Americanos en 1975.

El segundo está tomado de la excelente selección de textos realizada por Adolfo Castañón y Otto Granados de la obra monumental de Reyes Heroles, y publicada con título El liberalismo mexicano en pocas páginas, en el número 100 de Lecturas Mexicanas FCE-SEP, 1985.

Ha habido, a nuestro entender, cuatro ediciones del Ensayo de Otero:

1) la edición original de la Imprenta de Ignacio Cumplido en 1842;

2) el primer volumen de la serie Biblioteca Jalisciense, publicada en 1952 - luego de la llamada de atención de Jesús Silva Herzog - por el Instituto Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, con un mediano prólogo de Arnulfo Villaseñor Saavedra y la reproducción de los Datos Biográficos escritos por Marcos Arróniz en 1857;

3) el texto completo incluído en el libro Mariano Otero. Obras, con la recopilación, selección, comentarios y estudio preliminar de Jesús Reyes Heroles. México, Biblioteca Porrúa. 1967, 2 tomos: y

4) el número 15 de los Cuadernos de Causa, publicados por el Centro de Documentación Política A. C. en México, D.F., 1979, con una muy buena introducción de Lorenzo Rafael Avila.

Ahora la Comisión lanza esta nueva edición del Ensayo de Otero con el deseo de atender al permanente interés que despierta, hoy más que nunca, esta obra precursora.

Esteban Garaiz

miércoles, 16 de agosto de 2006

Aportaciones de las culturas prehispánicas de México

San José de Costa Rica, 27 de febrero de 1971
Antes de entrar propiamente en materia, conviene precisar que el título de la conferencia resulta un poco impropio porque México, como tal, no existía en la época prehispánica, sino que comienza a gestionarse como lo que hoy es, un pueblo y una cultura mestizos, precisamente a raíz de la Conquista. Por otro lado, las grandes culturas mesoamericanas no sólo se desarrollaron en lo que hoy es territorio mexicano, sino también de las repúblicas centroamericanas, incluida parte de Costa Rica. Además las grandes aportaciones de la América indígena a la cultura occidental, no sólo fueron procedentes de Mesoamérica, sino también de las culturas andinas: bastaría citar, por ejemplo, la papa, la quinua, la coca, o el sistema científico de fertilizantes de la tierra.

Cuando hablamos o reflexionamos sobre todo aquello que nos es hoy familiar y propio de nuestra cultura, que llamamos “occidental” –aunque a nuestra tierra llegó por Oriente-- pocas veces caemos en la cuenta de que muchos de los “ingredientes” que la componen no son de origen europeo, como suponemos, sino originarios de nuestra propia tierra, que han llegado a todas partes del mundo como la contribución de la América indígena a la cultura universal.

Sería interesante por ejemplo, preguntar a un joven norteamericano que se encuentre comiendo un norteamericano hot dog, si se da cuenta que le puede poner el más norteamericanísimo catsup gracias a que los mesoamericanos cultivaron el tomate hace tres mil años, o cuando masca chewing gum, si reflexiona que no es más que el tzictli, que el general Santa Anna y su secretario Thomas Adams introdujeron en Estados Unidos hace apenas cien años. Podríamos preguntarle también sobre el pavo que come para celebrar el Thanksgiving Day, si sabe que el avocado, tan gustado en California deriva de la palabra ahuacatl, que en lengua nahuatl quiere decir testículo; si recuerda que el chocolate es xocolátl, es decir bebida sagrada.

Creo que podríamos desconcertar también a más de una dama si le dijéramos que las mundialmente famosas pills se obtienen de una raíz silvestre del sureste mexicano, llamada barbasco, que ya era utilizada antes de la llegada de los españoles con propósitos semejantes. Y podríamos hablar de los frijoles –cuyo nombre en francés haricots, deriva del nahuatl ayocotl-- del henequén, del ixtle o pita, del chile, del achiote, del ayote, del cacahuate, y de otras muchas palabras terminadas en ote o ate, lo que denota su origen nahuatl.

Puede llamar la atención que lo que consideramos como aportaciones mesoamericanas a la cultura occidental esté constituido principalmente por plantas, y drogas, o alimentos derivados de ellas. Y es que en el choque cultural de la Conquista la cultura indígena llevó la peor parte: no fue una simple interpenetración de dos culturas; fue una imposición de una cultura sobre la otra.

La sociedad prehispánica fue decapitada; la minoría dirigente fue suprimida y desapareció como tal –aunque algunos de sus miembros quedaron asimilados y hasta recibieron escudo de armas de Carlos V-- y por ello las manifestaciones más elevadas de la cultura indígena; arte, filosofía, religión, literatura, etc., desaparecieron prácticamente y en su lugar se estableció la cultura hispánica. Pero quedó el pueblo con su raigambre a la tierra, con su vieja sabiduría y con sus útiles recursos de tipo práctico. Fue de eso, de lo que se pudo salvar, de donde la cultura occidental recibió su influencia.

Un indio Xochimilca, Martín de la Cruz, escribió en lengua nahuatl pero con alfabeto occidental, un tratado recopilando sus conocimientos sobre plantas medicinales, a instancias de los frailes franciscanos del Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco. En 1552 otro indígena del mismo colegio, Juan Badiano, lo tradujo al latín. El manuscrito fue a parar al Vaticano y allí permaneció arrumbado hasta que llamó la atención de un investigador norteamericano, Charles U. Clark, en 1931. Poco después, en 1940, la Universidad de John Hopkins tiró una edición facsimilar del Códice Badiano y por fin en 1952 fue traducido al español, y publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México. A partir de entonces, muchas drogas y hormonas como la cortisona, la progesterona y estrona, etc han comenzado a utilizarse en forma científica por el mundo occidental.

Divertida resulta la forma como fue generalizado el uso del chicle en los Estados Unidos. El jugo del zapote blanco era masticado por los indígenas mesoamericanos; por cierto que Fray Bernardino de Sahagún constata que sólo las mujeres de vida disoluta se atrevían a hacerlo en público. La costumbre continuó bajo la Colonia y lo mismo al lograr el país la independencia.

El general Antonio López de Santa Anna, en uno de tantos destierros para volver a tomar el poder, tenía su residencia en Staten Island, Nueva York; su secretario, de nombre Thomas Adams, observó con curiosidad cómo el general de vez en cuando tomaba un pellizco de una sustancia blanda, que él llamaba chicle. Un día, después de haber dejado el servicio del general en 1869, observó que una niña pedía en la farmacia goma de parafina para mascar. Adams importó de México 2,300 kilos de chicle y lo convirtió en bolitas de “goma Adams para masticar”. Más tarde William Wrigle, en 1892, comenzó a vender las bolitas de chicle con sabores y a darle tan intensa propaganda que desde entonces se ha generalizado en todo el mundo.

El ulli o hule es originario de Tabasco, tierra de los olmecas o ulmecas, es decir los habitantes de la región del hule. Aunque la planta de la que se obtiene se extiende por gran parte de América, sobre todo en la región amazónica, ellos fueron hace tres mil años los descubridores y primeros industrializadores del hule; con él hacían sandalias, vasijas, muñecas y pelotas para el juego ritual mesoamericano. Hoy, a raíz del descubrimiento de la vulcanización por Charles Goodyear en 1840, su uso se ha generalizado por todo el universo; pero pocos conocen que es una importante contribución del mundo indígena americano a nuestra cultura actual.

Fueron también los olmecas los primeros cultivadores del cacao, que consumían mezclando con miel y vainilla. Hoy la palabra azteca para la bebida sagrada, xocolatl, ligeramente modificada existe en todos los idiomas del mundo.
Esteban Garaiz.

La C. N. O. P.

Pronunciado el 08 de Enero de 1976
En los 30 años en que el Partido de la Revolución ha conservado básicamente la misma estructura, ha sido el Sector Popular el que más importantes cambios cuantitativos y cualitativos ha tenido. El gran proceso de transformación experimentado en el seno de la sociedad mexicana, como consecuencia de la Revolución de 1910, ha sido precisamente el de los sectores medios.

La cambiante composición de estos grupos, así como su posición relativa frente a obreros y campesinos dentro de la dinámica sociedad mexicana, es de una gran complejidad y viveza.

La C.N.O.P. es hoy un verdadero muestreo nacional: habitantes del campo y de la ciudad; trabajadores manuales e intelectuales: empleados al servicio del Estado y de las empresas privadas; pequeños empresarios, comerciantes, industriales, o transportistas; auto empleados y cooperativistas: profesionistas de alto sueldo y modestos trabajadores no asalariados; campesinos propietarios de fundos en muchos casos inferiores a la unidad de dotación ejidal; colonos urbanos. Tan heterogénea como es la sociedad mexicana es la composición de la C.N.O.P. Somos el pueblo de México.

Hemos dicho otras veces que nuestra Central tiene en sus siglas una problemática O; las otras centrales son confederaciones de obreros o campesinos, simplemente; nosotros somos una Confederación de organizaciones. Fuerzas centrífugas externas, a veces intencionales, alientan pequeños feudalismos políticos internos, tratando de desintegrar nuestra Confederación, que lucha tenazmente por consolidar esta gran alianza popular.

Pero no estriba ahí nuestra mayor dificultad. El punto delicado es la desvinculación seria entre las bases populares, que son en su gran mayoría priístas de corazón, y los cuadros medios y superiores del Partido y del Sector, sean éstos locales o nacionales.

No es sólo cuestión, como muchas veces se ha planteado, de métodos más directos para la selección de los candidatos: este enfoque sigue adoleciendo de la misma visión superficial y electorera. Se trata fundamentalmente de un auténtico y continuo encuadramiento de todos los grupos populares, de un esfuerzo constante y permanente de politización de las masas, de encauzamiento de sus inquietudes, a través de los canales que la sabia experiencia acumulada en muchos años nos indica; pero también a través de mecanismos nuevos que nos sugieran las actuales circunstancias.

Es una tarea que debe realizarse sin ninguna interrupción. Durante los tres años posteriores a la febril actividad electoral, el Partido y el Sector entran en un pesado letargo político; y sus mejores hombres dedican lo principal de su esfuerzo a las tareas de gobierno. Si el grupo político que constituye el Partido en el poder, se despreocupa casi totalmente de las tareas políticas durante esos años de eficaz labor de gobierno, conviene apuntar y subrayar que amenaza cada día más seriamente su propia supervivencia.

Toda tarea de gobierno es también –y yo diría que primordialmente—una tarea política: esto es lo que no entienden los tecnócratas (en realidad este error es, por definición, la esencia de la tecnocracia). Gobernar supone y necesita un continuo referéndum, donde los distintos sectores populares aprueban una a una las decisiones del grupo gobernante. En ocasiones dan a entender su desaprobación: y es ahí donde la sensibilidad política de un buen gobernante puede y debe de inmediato rectificar el rumbo.

Pero esto supone un esfuerzo político permanente que ejecutarán hombres del grupo sustraídos, sin escatimar, a las tareas de gobierno, para dedicarse de lleno a las funciones de politización y encuadramiento de las masas populares.

La tarea de politización y la de gobierno deben avanzar paralela y armónicamente, de la misma manera que el desarrollo sano exige inversión productiva e inversión social: el rezago en una de ellas afecta pronto el avance de la otra; por eso deben responder siempre a un programa integral.

La C.N.O.P. encuadra fundamentalmente a las clases medias rurales y urbanas. De entre ellas, merecen especial atención, por su rápida evolución cuantitativa y cualitativa, las de los grandes centros de población y específicamente las de la capital.

Son precisamente los sectores medios urbanos los que cuestionan los procedimientos del Gobierno y del Partido. Las clases medias urbanas aceptan en su mayoría de muy buen grado los principios doctrinarios de nuestro Partido: pero repudian de manera vehemente muchos de los métodos tradicionalmente utilizados. Negarlo o pasarlo por alto sería proceder con una suicida actitud de avestruz. Basta acudir a una reunión de jóvenes, a los corredores universitarios o al teatro frívolo y oír los chistes callejeros, para ver cuánta frustración y cuánto repudio encierran.

Para algunos compañeros nuestros, hablar de esto significa deslealtad al Partido. Para nosotros no mencionarlo representaría una traición al pueblo de México, a nuestro Sector, al Partido en el que militamos apasionadamente, y a nuestra propia conciencia.

Acaba de transcurrir el Año Internacional de la Mujer. En la C.N.O.P. nos esforzamos por lograr la integración de las mujeres a la tarea política. No queremos compartimientos estancos para nuestras mujeres. No queremos ghettos de Acción Femenil. Las queremos codo con codo, compañeras en la labor. Estamos convencidos de que la incorporación plena de las mujeres a la vida pública del país significa duplicar nuestro potencial de desarrollo, nuestro ímpetu revolucionario y nuestra capacidad de transformación.

Hay todavía una larga y ardua tarea por realizar. La labor política no puede limitarse a las tareas preelectorales; requiere continuidad en la acción. La democracia del voto, exclusivamente, es como la caridad de la limosna: mocha y superficial. La verdadera democracia requiere una continua participación política, es decir la capacidad de que el pueblo organizado influya en las decisiones políticas que lo afectan.

Es verdaderamente paradójico que sea precisamente el Distrito Federal, donde mayor toma de conciencia han logrado los ciudadanos, la entidad en la que se presente el más alto abstencionismo. El capitalino siente que su voto, por sí solo, no tiene casi ninguna influencia en las decisiones políticas que afectan su vida.

Debemos recobrar y consolidar la confianza del pueblo de México, hacerla vívida, hacerla dinámica. El pueblo mexicano cree en su Partido, cree en sus grandes decisiones. Debemos encontrar nuevos mecanismos de participación, para que el Partido y el Sector sean el motor popular del avance nacional.
Esteban Garaiz.
Secretario de estudios sociales.

lunes, 14 de agosto de 2006

México no exporta Revoluciones

Artículo escrito el 08 de Junio de 1988
Señoras y señores:

Es verdaderamente estimulante comparecer ante distinguidos dirigentes de este industrioso y alegre pueblo de León.

Si algo distingue a nuestra revolución, es el haber extraído su base ideológica de la propia experiencia nacional, de la propia experiencia dolorosa y heroica de la nación mexicana.

México, amigos de León, no exporta revoluciones, no nutre su pensamiento de corrientes pretendidamente universales y eternas de derecha y de izquierda; nuestro programa se nutre de nuestra propia experiencia nacional.

Si tuviéramos que resumir la ideología de nuestro partido en una sola palabra, yo escogería la siguiente: desconquista; y digo desconquista porque es una palabra eminentemente de alusión histórica; no podemos entender la lucha de la revolución, si no entendemos que este país, que esta nación, después de 300 años de dominación colonial de 1521 a 1821, quedó estructurada de modo tal a través de un orden agrario totalmente arcaico, injusto, totalmente desigual, que ya era arcaico en Europa cuando los españoles llegaron aquí y que siguió siendo la razón y el motivo y la raíz de todo nuestro rezago histórico.

Los españoles, después de 800 años de reconquista de la ocupación musulmana, se habían quedado totalmente rezagados en la historia. Ese rezago vinieron a implantarlo en México; pero lo que es peor, al cabo de tres siglos de dominación colonial, no se acabó con la independencia aquella estructura colonial.

El nacionalismo revolucionario de los insurgentes quedó traicionado por la transa política de Agustín de Iturbide en el plan de las tres garantías; el nacionalismo trigarante nos dio cien años más de los mismo.

Durante todo el siglo 19 este país, que se decía república, tenía un 80 por ciento de su población como virtuales siervos de la gleba. Se decía este país república en el momento mismo en que pomposamente se estaba festejando el centenario de la independencia y la nación rugía hasta reventar, ya convencida de su propio proyecto, que tenía que romper el espinazo de aquel viejo orden colonial para sacar adelante la nación, para construir el proyecto nacional.

Esa es la revolución, el proceso de desconquista de México; ahí nace la nación mexicana, ahí está el sustento de nuestra ideología, ahí está el sustento del pensamiento político de nuestra revolución.

En esa tarea de desconquista es en la que tenemos que estar continuamente trabajando. En 1917 amigos de León, había en León, Guanajuato 90 mil habitantes; cundían la viruela y el tifo; México tenía entonces 15 millones de habitantes; de esos, sólo 3 millones usaban zapatos; los otros 12 millones eran siervos peones de las grandes haciendas, amarrados por la deuda transmitida de padres a hijos, sumidos en el analfabetismo, la desnutrición, la ignorancia, la insalubridad, la marginación social y política.

Teóricamente eran ciudadanos de una supuesta república. En la práctica no podían decidir de su propia vida; no usaban el dinero; sólo el 20 por ciento de este país, el 20 por ciento que vivía en las cabeceras municipales, usaba dinero; por supuesto no podían comprar zapatos; se les pagaba en cuartillos de maíz, de fríjol, no en dinero, eran el 80 por ciento de la nación, era la nación mexicana, pero no usaban zapatos…

Hoy México tiene 85 millones; de esos, más de 80 millones tienen y usan zapatos. León tiene hoy millón y cuarto de habitantes; casi la mitad viven directamente de la producción y distribución del calzado, sin considerar lo que los economistas llaman el efecto multiplicador…Se producen en León (decía mi abuela que no hay que enseñarle el catecismo al padre Ripalda, así que les ruego que me disculpen). Se producen en León más de 200 mil pares de zapatos diarios, ustedes lo saben mejor que yo…Hoy León tiene 14 veces los habitantes de 1917, el país tiene una demanda de calzado 27 veces mayor…

Cuando México, ya entrado a este siglo veinte, estaba sumido en el atraso, producto de la terrible desigualdad y de la falta de mercado, había en el mundo más de 20 países con una floreciente industria del calzado. No era el caso de México; León tenía habilidad zapatera, tenía tradición zapatera, artesanía zapatera, talleres zapateros, pero no tenía industria zapatera. Para que haya industria se necesita demanda, se necesita, mercado. León, amigos leoneses, es producto de la revolución mexicana, es producto del esfuerzo tesonero de este pueblo industrioso, del talento la iniciativa y la capacidad de organización de hombres emprendedores como ustedes.

En la rectoría económica del Estado, según el proyecto marcado en 1917, cuando la nación decidió desarrollarse y ser libre, no puede haber modernidad si no hay sociedad igualitaria, si no hay democratización del ingreso, democratización de la instrucción, de la salud, de la nutrición, de la vivienda, de la decisión política. No podemos reducir la democracia a esa visión mocha y superficial del mero contar votos; nuestra idea de democracia tiene que ser integral, sin excluir naturalmente la política, es decir el respeto al sufragio popular.

En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas acudió a los directivos de la Universidad Nacional Autónoma de México, para proponerles la creación de carreras técnicas, más acordes con las necesidades de desarrollo industrial del país.

Comedida, pero enérgicamente le hicieron saber, que aquella era una institución autónoma; jurídicamente tenían razón. Cárdenas asimiló el golpe y al año siguiente fundó el Instituto Politécnico Nacional.

Ustedes saben amigos de León, la gran trascendencia que ha tenido el Instituto Politécnico Nacional en la transformación económica, política, técnica de este país, cómo podemos tener doctores en ingeniería química, en petroquímica, en física nuclear, hijos de obreros y de campesinos que hoy son verdaderamente el orgullo de México.

Al año siguiente también en 1939 aquellos altos dirigentes universitarios y otros distinguidos de clase media acomodada fundaron Acción Nacional, espantados por las profundas transformaciones sociales del régimen de Cárdenas, las transformaciones que iban sentando las bases de la verdadera democracia, que hacía participar a los desheredados de la historia, a los que no sabían votar, porque no sabían leer ni escribir.

Esteban Garaiz.

sábado, 12 de agosto de 2006

Informe sobre el proceso electoral del año 2000 en el Estado de Chiapas

En el mes de octubre del año 1999 el Consejo General del IFE tuvo a bien designarme como Vocal Ejecutivo de la Junta Local del IFE en el estado de Chiapas para el Proceso Electoral Federal del año 2000. Es de suponerse que en el ánimo de los integrantes del Consejo General se ponderó el hecho de haber sido el suscrito el único miembro del Servicio Profesional Electoral designado para integrar en agosto de 1994 la Oficina Municipal de Guadalupe Tepeyac como Coordinador Secretario a las órdenes de la Ejecutiva Ofelia Medina. En aquella ocasión, por acuerdo del Gobierno de la República con el mando del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se estableció dicha Oficina Municipal para organizar las elecciones en la zona de las Cañadas, con 65 casillas. La elección en ése año 1994 se realizó sin contratiempos y a satisfacción de ambas partes en conflicto. De hecho podemos decir que ha sido el único acuerdo eficaz entre el gobierno y el EZLN.

A su vez, mi designación en 1994 se había basado en la circunstancia de haber sido el que suscribe Coordinador de la Comisión de Ayuda a Refugiados en la zona de la frontera sur de nuestro país, durante los años de 1989 a 1991 inclusive; ocasión en la cual se estableció una cordial y eficaz relación con la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, que atendía a los refugiados guatemaltecos que habían huido de las atrocidades del ejército de su país.

En la elección federal de 1997, sin embargo, se había ocasionado en Chiapas algunos incidentes serios durante el desarrollo de la jornada electoral, entre otros quema de casillas e incluso muertos (en esa ocasión era yo Vocal Ejecutivo de Jalisco).

Para octubre del 1999 fue necesario proceder de inmediato a recorrer las 12 juntas distritales del estado al mismo tiempo que se desarrollaban las primeras actividades del Consejo Local, que por ley principiaban.

Para ello es de reconocer que se contó con una excelente disposición y colaboración de los ciudadanos integrantes de dicho Consejo Local, que demostraron un gran sentido social y un fuerte compromiso democrático.

Por supuesto que de inmediato entramos en contacto con los dirigentes de las organizaciones cívicas que tenían contacto y presencia con las bases de apoyo del EZLN, y que incluso habían colaborado con Ofelia Medina en 1994, para hacerles saber que ahora teníamos la responsabilidad de todo el Estado.

Muchos de ellos acudieron a la convocatoria abierta establecida por el IFE para integrar los cuadros de capacitadotes - asistentes electorales. Varios de ellos fueron también designados por el Consejo Local para integrar los Consejos Distritales.

Por lo que se refiere a la llamada zona de conflicto, que para efectos nuestros siempre designamos como zona de las Cañadas, se hizo una cuidadosa tarea de concertación y de anuencia con las comunidades, al igual que en las demás regiones del estado. Sin embargo, a 20 días de la jornada electoral, durante la presencia del candidato Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en Ocosingo y en pleno acto de campaña, los dirigentes campesinos más contestatarios de la zona, jefaturados por Porfirio Encinos (quién falleció hace dos años en un accidente aéreo siendo titular de la Secretaría de Desarrollo Indígena del Gobierno Estatal), manifestaron a los medios de comunicación que las autoridades del IFE habían decidido establecer las casillas en comunidades preferentemente priístas con ánimo sesgado.

De inmediato me trasladé a Ocosingo, a 5 horas de Tuxtla Gutiérrez, pidiendo mientras tanto al Vocal Ejecutivo y Consejero Presidente de este distrito que convocara a los dirigentes campesinos de las Cañadas a dialogar con los integrantes del Consejo Distrital. No obstante de ser esto 20 días antes de la jornada electoral, y ya hecha la primera publicación de ley sobre la ubicación e integración de las casillas, prevista en el artículo 195 del COFIPE, nos reunimos con ellos para escuchar sus propuestas. Se les aclaró que, según las normas, se había solicitado la anuencia en la comunidad más importante de cada sección (generalmente base del EZLN) y se les mostró los documentos de no aceptación. Sobre la marcha nos hicieron saber que sí, pero que “habían cambiado las circunstancias”.

De las 14 propuestas de modificación que presentaron Porfirio y sus compañeros, los Consejeros Distritales estuvieron dispuestos a aceptar 12, razonando por qué no consideraban procedente aceptar las otras dos. Después de un intercambio de impresiones entre ellos en su propio idioma, manifestaron su anuencia; y ahí mismo se acordó que se convocaba para el día siguiente a una reunión extraordinaria del Consejo Distrital para formalizar los cambios acordados. La minuta de dicha reunión, con la firma de los dirigentes, debe obrar en el archivo de la Junta Distrital de Ocosingo. La segunda publicación se hizo entonces “con los ajustes correspondientes”, como reza el artículo 195.

La jornada electoral federal del año 2000 transcurrió sin contratiempos de consideración y desde luego sin sangre ni fuego, al igual en las Cañadas que en el resto del Estado.

Junio 30, 2004

Esteban Garaiz

Armas y Letras ( Parte VIII).

LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA

VI.- LA CESION DE LA AUTORIDAD JUDICIAL Y EJECUTIVA AL SEÑOR.


El Señor es también una institución vascongada y que aparentemente no compagina muy bien con el espíritu democrático ya expuesto. Existe una explicación histórica: aunque el lento sistema democrático era justo y eficaz en tiempo de paz, en tiempo de guerra se imponía ceder el mando a un hombre que unificara las fuerzas y los condujera a la victoria. Con el tiempo, lo que había empezado siendo una institución semejante a la de dictador en la República Romana, se convirtió en permanente y después en hereditaria, como ya se ha mencionado. Es posible que haya influído en esto el medio ambiente feudal, como influyeron los pueblos vecinos en el israelita hasta hacerle pedir un rey. El Señor tenía evidentemente poder ejecutivo, pues decretaba “pragmáticas”, pero estos decretos debían siempre ser aprobados por las Juntas antes de ser aplicados, y éstas siempre se reservaron el poder de “obedecer y no cumplir” los que consideraban inconvenientes.

El príncipe pasaba a ser Señor por medio de un pacto, que, si se quiere ver como pacto feudal, es un pacto feudal sui géneris; pues ¿quién es el señor y quién es el vasallo en él?. En realidad hay un mutuo juramento de fidelidad: del Señor a la soberanía legislativa de las Juntas, y de éstas, en nombre de todos los ciudadanos a la autoridad del Señor. El Señorío cede su autoridad, no su potestad, es decir: aun en esto se reserva su soberanía. “E como los vizcaínos –dice el cronista castellano Mosén Diego de Valera—tengan antiguas leyes e costumbres, que puedan desnaturarse del rey si atentare quebrantarlas…”83. Si el Señor es desleal a su pueblo, el pacto se considera roto y se revoca. Ya se ha citado el hecho histórico, único, de la deposición de Enrique IV por el soberano pueblo vizcaíno.

La palabra señor necesita también una aclaración. Es muy probable que en la misma mentalidad de los vascos haya cambiado semánticamente con el transcurso del tiempo, debido a la ambigüedad castellana. Pero señor es en un principio simplemente la directa traducción de Jaun. Pero Jaun no tiene en manera alguna connotación de soberanía, aunque sí de autoridad. Jaun es todo padre de familia y nadie más. Aunque hoy Jaun se aplica a todo varón adulto (no clérigo) y se usa etxekojaun (señor de casa) para designar específicamente al padre de familia, estrictamente hablando Jaun es sólo el hombre que tiene autoridad real, no moral: el empleo de la palabra para los clérigos es un castellanismo que nunca ha cuajado. El jaun puede tener autoridad natural o ser mandatario: al recibir los Diputados el poder ejecutivo de las Juntas, eran saludados con este viejo himno:

“Agur jaunak,
Jaunak agur, agur, agur t’erdi.
Danak Jainkoak iñak gire,
Zuek eta bai gu ere
Agur jaunak, agur t’erdi; emen gire”.
(Os saludamos señores;
Señores os saludamos
Todos somos igualmente criaturas de Dios,
Vosotros y nosotros también.
Os saludamos señores; aquí nos tenéis) 84.

Y de este documento se colige también algo muy importante: dónde ve el vasco medieval el principio de la soberanía y por qué. A los mandatarios se les recuerda que son eso: simples mandatarios; que los representantes de los ciudadanos les están dando la autoridad, porque en su dignidad de personas estriba su soberanía; y esta dignidad humana procede del simple hecho de ser hijos de Dios.


83.- Mosén Diego de Valera. Memorial de Diversas Hazañas. Pp. 185-186
84.- Galíndez Op. Cit. p. 48


B I B L I O G R A F I A

1.- Altamira y Crevea, Rafael, Historia de España y de la Civilización Española. Barcelona, Sucesores de Juan Gili, 1928-29, 4 vols.
2.- Aralar (de), José. El Conde de Peñaflorida y los Caballeritos
de Azkoitia. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1942, 190 pp.
3.- Aralar (de), José. La Victoria de Munguía y la Reconciliación de Oñazinos y Gamboínos. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1949, 268 pp.
4.- Ariztimuño (de), José. La Democracia en Euzkadi. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1942, 303 pp.
5.- Ballesteros y Beretta, Antonio. Historia de España y su Influencia en la Historia Universal. Barcelona, Salvat, 1918-1941, 10 vols.
6.- Beneyto Pérez, Juan. Textos Políticos Españoles en la Baja Edad Media. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1944, 382 pp.
7.- Bosch-Gimpera, Pedro . El Poblamiento Antiguo y la Formación de los Pueblos de España. México, Imprenta Universitaria, 1944, 421 pp.
8.- Los Códigos Españoles-Concordados y Anotados, Madrid, Imprenta de La Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra, 1848, 12 tomos.
9.- Coker, Francis W. “Sovereignty”. Encyclopaedia of the Social Sciences. New York, The MacMillan Company, 1962, vol. XIV, pp. 265-268.
10.- Dembouski, Carlos. Dos años en España y Portugal. Madrid, Espasa-Calpe,1931.
11.- Diccionario Enciclopédico Abreviado. Madrid, España, Espasa-Calpe, 1957, 7 tomos.
12.- Fuero Juzgo en Latín y Castellano, Cotejado con los más Antiguos y Preciosos Códices. Madrid, Real Academia Española, Ibarra Impresor de Cámara de S. M., 1815.
13.- Fueros, Privilegios, Franquezas y Libertades del M. N. y M. L. Señorío de Vizcaya. Bilbao. Excma. Diputación Provincial, Imprenta Provincial a cargo de Juan Soler 1898
14.- Galíndez (de), Jesús. La Aportación Vasca al Derecho Internacional. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1942, 191 pp.
15.- Gallop, Rodney A. Los Vascos, Madrid, Ediciones Castilla, 1948, 238 pp.
16.- Henningsen, C. F. Zumalacárregui-Campaña de Doce Meses por las Provincias Vascongadas y Navarra. Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947, 290 pp.
17.- Irujo (de), Manuel. Inglaterra y los Vascos. Buenos Aires, Edit. 1945, 444 pp.
18.- Irujo (de), Manuel. Instituciones Jurídicas Vascas. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1945, 144 pp.
19.- Iturbide, Padre. “Le Biltzar d’Ustaritz au Pays de Labourd”. Revista Internacional de Estudios Vascos, tomo i, pp. 75-78, San Sebastián, 1907.
20.- Menéndez Pidal, Ramón. La Chanson de Roland y el Neotradicionalismo. Madrid, Espasa-Calpe, 1959, 496 pp.
21.- Menéndez Pidal, Ramón. La España del Cid. Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1939, 506 pp.
22.- Ormond, P. J. The Basques and their Country. London, 1924.
23.- Otaegui, Tomás. Derecho Foral-Bizkaya. Buenos Aires, Establecimiento Gráfico “La Baskonia”, 1918, 128 pp.
24.- Rousseau, Juan Jacobo. Del Contrato Social. México, Secretaría de Educación Pública, 1945, 95 pp.
25.- Soraluze (de), A. Riqueza y Economía del País Vasco. Buenos Aires, Edit. Vasca Ekin, 1945.
26.- Valera (de), Mosén Diego. Memorial de Diversas Hazañas. Madrid, Espasa-Calpe, 1941.

Esteban M Garaiz I

De la Revista de la Universidad de Nuevo León
No. I Año 8 Marzo de 1965 Segunda Epoca

Armas y Letras ( Parte VII ).

LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA
V.- LA SOBERANIA LEGISLATIVA.

Para utilizar la palabra soberanía hablando de la Edad Media será preciso definir el término. Jean Bodin, en su tratado De República, define el estado como “una asociación de familias y sus asuntos comunes, gobernadas por una potestad suprema (suprema potestas) y por la razón”. Según Bodin la soberanía está limitada por “las leyes natural y divina” 71. En otras palabras: el estado debe tener en sí la suprema potestad humana, aún reconociendo una ley superior extrahumana. Por otro lado, Rousseau afirma que el contrato social consiste “en la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad” 72 Según él, la comunidad como un todo es el único y absoluto soberano. Es claro que los vascos medievales no entendían la soberanía en el sentido rusoniano, porque ¿quién delimita la extensión de “toda la comunidad”? ¿No es esto lo que a la larga sucedió con las Cortes de Cádiz?.

Este temor a la “enajenación total” se manifestó ya una vez en los albores de la Edad Moderna. Cuando el cronista castellanizado Garibay pidió insistentemente a las Juntas de Guilpúzcoa que éstas llamaran Rey de Guipúzcoa al príncipe, las Juntas contestaron negándose cortésmente “pues podría resultar que en adelante fuese llamada esta provincia a los juramentos de los Príncipes, a la convocación de Cortes, a dar su voz y voto en estos reinos… de donde vendría a perder mucho en tiempos venideros”73.

Este temor profético a la unificación, a la enajenación en “toda la comunidad”, es la característica esencial de la concepción política vasca. Contra esta enajenación pensaron los vascos lo que más tarde había de expresar claramente el gran pensador Francisco de Vitoria: “no se transfiere la potestad sino la autoridad”. Por supuesto que el problema de la soberanía nunca se lo plantearon teóricamente; pero bajo la legislación eminentemente práctica del Fuero, como alma de toda su actitud se puede observar esta doctrina. Podemos volver a Vitoria hablando de la república” que es por sí misma todo, o sea, que no es parte de otra república, sino que tiene leyes propias, consejo propio, magistrados propios… Y no es ningún inconveniente que muchos principados y repúblicas estén bajo un mismo principe”. Esta es con exactitud la noción vasca de soberanía, que parece tomada retrospectivamente del Padre Vitoria; y es que no hay que olvidar que Vitoria era vascongado.
Si entendemos soberanía como suprema protestad, es claro que en Vizcaya hubo, estrictamente hablando, soberanía legislativa: No sólo los legislados eran los únicos exclusivos legisladores, sino que expresamente lo indicaron en el Fuero: “Otrosí dixeron: que habían por fuero y ley y franqueza y libertad, que cualquiera carta o provisión real que el dicho Señor de Vizcaya diere o mandare dar o proveer, que sea o pueda ser contra las Leyes y Fueros de Vizcaya, directa o indirectamente, que sea obedecida y no cumplida” 74. Y el Señor acataba jurando antes de ser nombrado. No sólo eso, la ley III del título 36 dice expresamente: “dixeron que..se ordenaba que ningún Juez que resida en Vizcaya ni en la Corte y Cancillería, ni en el Consejo Real de su Alteza, ni en otra cualquiera en los pleitos entre vizcaínos sentencien ni determinen por otras leyes ni ordenanzas que no sean las del Fuero…”75.
En contraposición con el creciente absolutismo en los comienzos de la Edad Moderna, el Fuero de Vizcaya protege a la persona con la inviolabilidad de domicilio 76, la prohibición “de prender a persona alguna sin mandamiento de Juez competente salvo en caso de delito in fraganti” 77, con la ley que dice “que los vizcaínos por delito alguno ni por otra causa alguna no pueden ser sacados de sus domicilios… por la corte de su Alteza” 78, la que determina “que a vizcaíno no se dé tormento alguno..”79 y otras semejantes.

Mucho se ha hablado en el resto de la Península sobre la fanfarronería de los vizcaínos que pretenden ser todos nobles. Esto nace simplemente de la incomprensión, al querer juzgar otra cultura con los propios valores culturales. Ya se ha dicho repetidamente que en Vizcaya y Guipúzcoa nunca se reconoció desigualdad social ante el Fuero: no hubo nobles ni plebeyos, sólo hombres concientes de su dignidad humana. Es cierto que el Fuero de Vizcaya dice expresa y repetidamente que “todos los dichos vizcaínos son hombres hijos-dalgo y de noble linaje y limpia sangre” 80, y que al pasar a los reinos de España eran automáticamente considerados como tales, y juzgados según sus propias leyes de Valladolid. “Si la sociedad occidental europea hubiera estado constituída como la vasca, en régimen de igualdad absoluta ante la ley, no hubieran necesitado los vascos, cuando salían de su patria, exigir que les fuera respetada su condición de nobles 81.
Los vascos manifestaron horror a la nobleza discriminatoria. “Así las Juntas Generales de Guipúzcoa prohibieron en 1680 usar el título de Marqués de San Millán a Don Miguel Carlos de Oquendo; en 1732 el de Señor de Berastegui a José Manuel Esquivel; en 1770 el de Marqués de Casa Yustiz a Don Manuel Manzano; en 1803, el de Señor de Igueldo a Don Angel Pérez…”82. Por eso también la guerra oficial a los aundikiak En cuanto a lo preposición “de”, usada en todos los apellidos vascos, hace referencia al caserío y no a pretensiones de aristocracia discriminatoria.
71.- Coker “Sovereignty”. Encyclopaedia of the Social Sciences. Tomo XIV, pp. 266-267
72.- J. J. Rousseau. Del Contrato Social. P. 23
73.- Ariztimuño. Op. Cit. p. 94
74.- Fuero de Vizcaya, título I, ley XI, p. 161
75.- Ibidem. título 36, ley III, p. 452
76.- Ibidem, título 16, ley IV, p. 314
77.- Ibidem. título 7, ley XXVI, p. 246
78.- Ibidem, título 7, ley I, p.221
79.- Ibidem. título 7, ley XII, p. 232
80.- Ibidiem, título 1º., leyes XIII y XIV, pp. 163-164
81.- Irujo. Instituciones..p. 78
82.- Ariztimuño. Op. Cit. p. 121
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LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA
IV.- LA SOBERANIA FAMILAR

Quien haya viajado por Vizcaya, Guipúzcoa o Laburdi, habrá observado incluso físicamente la soberanía familiar vasca. Lo población campesina no vive, como en otras partes, reunida en pequeñas aldeas o en pueblos agrícolas; las casas se encuentran diseminadas en la ladera del monte, en el pequeño valle, junto a la fuente, en el recodo del río, a la orilla del bosque, o en el cruce del camino, siempre en el terreno familiar 62. No pocos municipios tienen menos de quince casas junto a la iglesia, la escuela y el ayuntamiento: las demás se hallan esparcidas por doquier. Así se explica cómo muchas de ellas pudieran decidir en otro tiempo (y aún hoy en día) un cambio de municipio sin ningún obstáculo ni físico ni legal. Esta diáspora, causa y efecto a la vez del individualismo vascongado, fue en tiempos remotos común a casi todos los habitantes del País Vasco, Naturalmente, con el crecimiento de la población y la creación de las villas, hubo necesidad de cambiar el sistema, y necesariamente cambió también la mentalidad. Pero esta es la concepción primigenia, que explica en principio este federalismo siempre ascendente.
“Las tres Provincias Vascongadas –dice Le Play—de Vizcaya, Alava y Guipúzcoa, y los seis Cantones alemanes suizos de Uri, Schwitz, Unterwald (alto), Unterwald (bajo), Zug, y Appenzell (Rhodes interiores) han conservado en toda su pureza, el agrupamiento de las familias autónomas” 63. A éstas hay que añadir otro pequeño pueblo montañés: Andorra. “Esta organización –dice Bosch Gimpera—debió ser común a todos los pueblos pirenaicos y subsistió secularmente en el País Vasco, perdurando en el valle pirenaico catalán de Andorra con su curiosa organización republicana independiente---“ 64
Con todo el respeto que el País Vasco tuvo siempre por la persona humana, manifestado en el Fuero de Vizcaya, se consideraba al individuo, desde el punto de vista político, como un ser que (a semejanza del átomo) puede existir aislado pero de hecho siempre participa de una unidad superior: la familia. El caserío (la casa solariega y el campo familiar) era parte integrante de la familia como el territorio lo es del estado soberano moderno. En todo el País Vasco la ley determinaba que el caserío debía pasar íntegro a uno de los hijos solamente (que no era necesariamente el mayor). Esta ley, tan criticada por las gentes de mentalidad latina, ha tenido dos secuelas económico-sociales ventajosísimas para el País. En primer lugar se ha podido evitar la plaga del minifundio que ataca a otras partes de Europa. En segundo lugar ha hecho que el País se desarrolle en otras ramas de la economía, principalmente en la marina y en la industria, con lo que el País es hoy una de las regiones más prósperas de Europa. Ya en el siglo XV había en Vizcaya más de noventa ferrerías con una producción anual superior a 95,000 quintales 65.
Por supuesto que esta ley no se aplicó fría, cuadriculada, irracionalmente, sino según el Fuero, “el cual es más de albedrío que de sutileza e rigor de derecho” 66. Así se formaron nuevos “troncos” cuando el área permitía ser dividida: por esto se ha llegado a veces al límite del minifundio, e incluso en raras ocasiones se ha caído en él. La villa de Oñate es un buen ejemplo del peligro del sistema latino: Oñate, que no se unió a Guipúzcoa sino hasta 1845, había utilizado el sistema de división indefinida: en las Ordenanzas que se dio en 1477 decidió cambiar el sistema indígena, porque “…las posesiones de bienes rayces son partidas en muchas partes, en tal manera que las casas e caseríos e heredamientos que pocos tiempos ha poseya uno solo e agora poseen cuatro y cinco e aún diez e más personas, y lo tal viene por seguir partición de los tales bienes entre herederos por iguales partes… e agora por causa de dichas particiones son tantos minuydos de los bienes rayces que con lo que cada uno posee que no vasta para se poder sostener…”67.
Irujo narra haber visto a los campesinos guipuzcoanos acudir a los abogados para que éstos encontraran la manera de cumplir con la letra y violar el espíritu de la ley impuesta (gloriosa misión de todo abogado), y poder hacer así la herencia “a la navarra”68. Gallop cuenta también cómo en Soule los hermanos se ponen de acuerdo para fingir ventas y conservar íntegra la propiedad troncal 69. A esto podría añadir mi testimonio personal de lo observado en Labourd.
La inmensa mayoría de los apellidos vascos son toponímicos. No sólo eso sino que en eusquera son verdaderos gentilicios: la forma de expresar el nombre de Ignacio de Arriola, por ejemplo, en eusquera será Arriola-tarr Eneko; ese sufijo tarr es el aplicado a todos los gentilicios: Bilbotarr (bilbaíno), Durangotarr (durangués), etc… En ocasiones la tierra troncal ha pasado a una mujer: entonces la familia ha tenido dos nombres: el legal, del marido, y el del caserío que en el País ha sido siempre el usual.
Naturalmente la soberanía fogueral engendró su propia destrucción: al obligar a los segundones a dedicarse a otras actividades (cuando no emigraban) creó las villas y ciudades: ya en el siglo XV la soberanía familiar no tenía razón de existir como institución. La protección a la propiedad familiar estaba respaldada por el Fuero, que prohibía su confiscación: “Otrosí dixeron que los bienes raíces de malhechor existente en Vizcaya ni por delito grande o pequeño, público ni privado pueden ser confiscados, ni adjudicados en poco ni en mucho para la Cámara y Fisco de su Alteza, por ser troncales, y que según Fuero, el tronco vuelve al tronco, la raíz a la raíz, y en aquellos deben suceder los hijos o descendientes o ascendientes y los otros propíncuos de la línea de donde penden” 70.
62.- No he hecho aquí sino traducir algunos apellidos, que en su inmensa mayoría con toponímicos.
63.- Citado por Ariztimuño. Op. Cit. p. 253
64.- Bosch Gimpera. Op. cit. p. 295
65.- A. de Soraluze. Riqueza y Economía del Pais Vasco. P. 106
66.- Fuero de Vizcaya, título 36, ley III, p. 452
67.- Archivo de la Villa de Oñate. Citado por Ariztimuño. Op. Cit. p. 67
68.- Irujo. Instituciones…p. III
69.- Gallop. Op. Cit…p.23. Aunque añade que en ocasiones ha habido disensiones familiares entre los herederos favorecidos por el Código de Napoleón y los troncales.
70.- Fuero de Vizcaya, título II, ley XXV, p. 285. (Subrayado mío).
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VASCAS EN LA EDAD MEDIA
III.- LAS INSTITUCIONES DE LA DEMOCRACIA VASCA.
Las principales instituciones de la Democracia Vasca son la familia, el municipio, las Juntas, la Diputación y el Fuero. Estas cinco instituciones, expresión formal de su soberanía, están ligadas de manera ascendente, partiendo del núcleo básico de la soberanía: la familia. La familia era en la mentalidad vasca un pequeño estado, con su autoridad, su territorio (o si se prefiere en términos vascos, sus “tierras de raíz troncal”) indivisible e inalienable, de propiedad familiar y no personal; la familia decidía (en ocasiones) la incorporación a este o aquel municipio, así como la división de un municipio o la unión de varios para formar uno nuevo.
El municipio era llamado en Vizcaya república; anteiglesia o universidad en Guipúzcoa; en Laburdi parrokia, aunque muchas veces no coincidía con la jurisdicción eclesiástica; el municipio elegía, generalmente cada uno o dos años, a su alcalde y sus concejales, El voto en el municipio, como en cualquier otra ocasión, era fogueral: es decir correspondía a cada familia; era el jefe de familia, hombre o mujer (en caso de viudez, p. ej) quien deliberaba, discutía y votaba. El sistema de elección era lo más variado: unos municipios decidían por suerte, otros por turno entre caseríos o entre barriadas, pero la mayoría por simple elección fogueral. En algunos –muy pocos- por cooptación y “no faltaba donde era costumbre elegir fiel al propietario recién casado, como una demostración de los deberes que contraía para con la comunidad”50. Los cargos también variaban en cada caso; algunos sólo tenían un cargo, el de alcalde; en otros había cinco, seis o diez concejales; en otros, además, fieles o regidores, encargados de los bienes de la comunidad y de representar al municipio en los asuntos judiciales.
Esta variedad demuestra que el municipio vasco era no sólo autónomo sino en cierta manera soberano, pues su estructura no venía fijada desde arriba con uniformidad nacional, sino que cada uno decidía sus propias formas institucionales. Más aún los municipios podían, según la concepción vasca, integrarse en el “estado” que su libre voluntad decidiera. No sólo eso sino que esta decisión era revocable. De hecho en algunas ocasiones diversos municipios cambiaron de “estado” o simplemente se separaron del suyo 51.
La existencia de estos municipios de “tierra llana” es anterior a la de las villas con cartas pueblas: lo prueban documentos como la demarcación del antiguo obispado de Pamplona 52. Los funcionarios municipales: alcalde, concejales y fieles, tenían atribuciones exclusivamente ejecutivas: administración de los fondos comunales, construcción de puentes, caminos, abrevaderos, fuentes, regulación de los bosques o pastos ejidales, cuidados de las calles, del frontón y otros juegos públicos, etc… Las reuniones comunales eran de concejo abierto; en ellas participaban todas las familias del municipio con igual voto, lo mismo el herrero sin tierra que el aundiki (en Vizcaya, pues en Guipúzcoa se suprimió a los aundikiak los derechos políticos). En el siglo XVI, con el crecimiento de las villas, se introdujo en las más grandes el sistema de concejo cerrado. Pero aún en éstas se utilizaba el concejo abierto en dos ocasiones: cuando todos los vecinos daban instrucciones a los Procuradores a la Juntas Generales, y cuando se había de cambiar la forma institucional del municipio, es decir : en las funciones legislativas.
Hay por fin algo en lo que coincidían todos los municipios vascos: el juicio de residencia, en el que todo el pueblo pedía a los mandatarios salientes estrictas cuentas de su administración. En resumen, tenía el municipio vasco dos características esenciales: el hecho de ser una reunión de familias sin exclusión alguna, y su autonomía que era casi soberanía.
“El estado vizcaíno tiene, a lo largo de su historia, una formación federativa bien destacada” 53. Por un lado, los municipios de las Encartaciones formaron una federación y celebraban sus Juntas en Avellaneda. El Duranguesado también se federó en Guerendiain. Otras repúblicas se congregaban en Aretxebalagana. Por fin, de común acuerdo, se confederaron todas para formar una unidad superior: Vizcaya. “La confederación de todos ellos, --dice Bosch Gimpera—se reunía en Guernica, aunque cada región se seguía considerando independiente y soberana, hasta cuando reconocía el señorío de reyes forasteros como el de Castilla”54. Lo mismo se puede decir de los otros “estados”: los municipios formaron merindades que después se confederaron; en el caso de Navarra hay, naturalmente, un elemento unificador externo: el rey.
Estaban las Juntas integradas por procuradores o delegados de cada uno de los municipios del “estado”. Su misión era triple: primero, como representantes de la soberanía popular, elegían al Señor, y cuando el cargo se hizo hereditario, le exigían el juramento de respetar leyes y costumbres antes de investirlo. En segundo término, eran las encargadas de legislar para todo el estado. Por fin, cubrían ciertas funciones ejecutivas, pues además de discutir y resolver todos los problemas administrativos que cada municipio llevaba, nombraban para el período entre Junta y Junta a un grupo de delegados, “Alcaldes de Juntas”, o para distinguirlos de las cabezas de municipio, “Diputados”. Estos diputados eran los encargados de llevar a la práctica las decisiones ejecutivas tomadas en las Juntas, y eran responsables ante la próxima asamblea 55.
Las Juntas y los Diputados por ellas nombrados tenían una importante función ejecutiva: colectar los impuestos por hogares, y hacer llegar al Señor la cooperación monetaria que la Provincia o Señorío le brindaba. En Laburdi las Juntas elegían un solo diputado: el Syndic.
Los procuradores de las Juntas eran elegidos en los municipios de entre los jaunak o cabezas de familia. Cualquier jaun podía ser elegido; el viajero polaco Dembouski narra su sorpresa al ver en Cestona a un simple cerrajero presidiendo las Juntas guipuzcoanas de las que formaban parte el conde de Monterrón y el duque de Granada (títulos obviamente no vascos), pues el alcalde del lugar donde se celebraban las Juntas presidía la reunión 56. Como única condición, en Vizcaya y Guipúzcoa, los procuradores debían saber hablar español, pues las Juntas eran siempre bilingües. De todos modos siempre se traducía el acta anterior al eusquera, pues las decisiones se redactaban siempre en castellano. Había tres categorías de ciudadanos excluídos de poder ser procuradores: los clérigos, los militares y los abogados (más los empleados a sueldo del “estado” y los notarios y escribanos de la sesión”)57.
En Vizcaya los procuradores eran elegidos directamente por los cabezas de familia, y su voto en las Juntas era personal. En Guipúzcoa eran elegidos por los concejales del municipio, pero su voto era proporcional al número de hogares representados. En ambos casos el procurador antes de acudir a las Juntas recibía instrucciones de sus representados 58. En Laburdi el sistema era más primitivo, aunque más cerca de la democracia directa: el delegado era siempre el auz-apeza o alcalde, quien acudía a una sesión previa en la que se planteaban los problemas. Después de ésta el auz-apeza regresaba a su comunidad y consultaba a los jefes de familia que emitían su voto, el auz-apeza regresaba a la segunda sesión con el voto ya decidido 59. Las Juntas de Vizcaya se reunían bajo el famoso árbol de Guernica, al que el revolucionario francés Tallien en plena Convención llamó el Padre de los árboles de la libertad que ellos habían plantado. Las de Guipúzcoa tenían sede rotativa en una de las dieciocho villas importantes de la provincia. El Biltzar de Laburdi se reunía en el también famoso bosque de Cápito-Harri, cerca de Ustaritz.
El Fuero es otra de las instituciones básicas de la democracia vasca. Pero hay que distinguir aquí entre fueros y Fuero: los primeros son simples cartas-privilegios; el segundo es la expresión de la soberanía de un pueblo; los primeros se reciben después de acatar la autoridad de un soberano, y nacen del rey como un regalo o un premio; el segundo existe antes del rey, es fruto del pueblo que ha legislado para sí mismo y que acata la autoridad del príncipe sólo después y con la condición de jurar respetarlo; los primeros son privilegios o leyes especiales además de las leyes generales del reino (que en el caso de Castilla indican que el rey es el único legislador), el segundo es el único código al que se atendrán tanto el príncipe como los vasallos.
Es posible que los reyes castellanos hayan sido víctimas de un equívoco y hayan creído que los Fueros de Vizcaya y Guipúzcoa eran simples privilegios villanos y no auténticas expresiones de soberanía legislativa; pero para nosotros es claro que los dos son del segundo género. Ambos son no sólo auténticas constituciones donde se definen las instituciones del país y se expresan los derechos humanos más importantes, sino que son verdaderos códigos que hablan de relaciones internacionales, comercio y aranceles, industria, derecho penal, servicio militar, agricultura, explotación forestal, pesca, caminos, relaciones entre Iglesia y Estado, marina, en fin: todo lo que es la vida de un país. 60.
El Fuero no se hizo necesario en Vizcaya hasta la llegada de Juan Núñez de Lara, primer Señor no vascongado, en 1342; antes se había regido Vizcaya por su derecho consuetudinario. En 1452 se hizo una nueva recopilación. En 1526, por fin, frente al mayor contacto con Castilla, se definió que todos los vizcaínos eran hidalgos y se expresaron más claramente los derechos personales; se incorporaron también todas las leyes consuetudinarias sobre las ya importantes ferrerías. El Fuero de Vizcaya es mucho más explícito que el de Guilpúzcoa en derecho civil. En cambio el guipuzcoano aventaja al vizcaíno en la especificación del derecho constitucional.
50.- Ariztimuño. Op. Cit. p. 172
51.- Ibidem. p. 280. Cita Ariztimuño varios ejemplos que funda en los legajos del Archivo General de Guipúzcoa en Tolosa.
52.- Ibidem. p. 77
53.- Ibidem. p. 80.
54.- Bosch-Gimpera. Op. Cit. p. 295
55.- Galíndez. Op. cit. pp. 42-47
56.- Carlos Dembouski. Dos años en España y Portugal. P. 183. El hecho sucedió en el siglo XVIII.
57.- Ariztimuño. Op. Cit. pp. 136-137
58.- Ibidem. pp. 266-267
59.- Padre Iturbide. “Le Biltzar d’Ustariz au Pays de Labourd”. Revista Internacional de Estudios Vascos. tomo I, 19007, pp. 78-82.
60.- Sólo a título de curiosidad citaré la ley V del título 34: disposición de profilaxis ganadera que prohibe importar vacas tuberculosas: con “mal del pulmón”, porque ”se crea muchos daños en el ganado de la tierra y en los montes y jaras y pastos de la tierra”. Fuero de Vizcaya, en la edición citada p. 415
61.- Ariztimuño. Op. Cit. p. 148
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Armas y Letras ( Parte IV ).

LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA
Continua...
En 1512 estalla un nuevo conflicto entre las diversas concepciones políticas de la Península. El imperialismo castellano encarnado en los Reyes Católicos pretende unificar la Península a cualquier costo. Fernando e Isabel intentan incorporar Portugal y Navarra a sus reinos por medio de matrimonios, pero fracasan. Ya muerta Isabel, Fernando se decide a la conquista abierta, que se realiza en unos meses32. Ante los castellanos, el rey pretexta poca confianza en la neutralidad de Navarra, en la guerra que libra con Francia. Ante las Cortes navarras, esgrimará como argumento las bulas pontificias que autorizan la conquista del reino a cualquier príncipe católico, pues la reina Catalina de Evreux y su esposo Juan de Labrit (Jean d’Albret) se han hecho protestantes. Pero la verdadera razón no es otra que su afán imperialista33. Por razones estratégicas, Fernando abandona la merindad de Ultrapuertos (Baja Navarra), que se une a Francia bajo Enrique IV34. Fernando V se ciñó la corona navarra…pero se encontró con que el rey de Navarra apenas tenía poderes”35.
A pesar de todo esto, los vascos no se consideraron súbditos españoles, y Su Majestad el Rey siguió siendo para ellos Su Alteza el Señor 36. Las juntas siguieron poniendo sus aduanas en el Ebro, y administrando en forma autónoma sus finanzas con sus propios impuestos y su propio presupuesto; continuaron legislando y Vizcaya juzgó y sentenció según sus leyes, no las españolas. Los mozos vascos no fueron llevados para pelear fuera del País Vasco. Todo esto hasta 1812, a pesar de los intentos centralistas de Godoy en 1764 37. “En la Navarra española el rey estaba representando por un virrey, y hasta 1812 no mandó la provincia representantes a las Cortes de España, las famosas Cortes reunidas ese año en Cádiz”38.
Con las Cortes de Cádiz comienza “la unidad constitucional de la Monarquía”; de ahí en adelante los atentados a la soberanía vasca se suceden unos a otros. El liberalismo importado trae concomitantemente el centralismo más absoluto. La reacción absolutista de Fernando VII no se deja ganar. En octubre de 1824 se decretó un sistema municipal en el que alcaldes y concejales serían nombrados por presentación cooptada y designación real, para “que desapareciera para siempre del suelo español la más remota idea de que la soberanía residía en otro que en su real persona…”39. Los vascos se opusieron, y el Rey creyó prudente echar marcha atrás, por esta vez,con un contra-decreto respetando las costumbres vascongadas. El liberalismo suponía la centralización y asimilación a España. No es de extrañar, pues, que los vascos se levantaran en armas a la muerte de Fernando VII, contra la Regente Doña María Cristina, que representaba las ideas liberales, y se pusieran en favor del pretendiente Carlos, hermano de Fernando, que juró respetar los Fueros vascos. Henningsen, que fue corresponsal de esta guerra, que duró de 1833 a 1840, dice haber oído comentar a corresponsales norteamericanos que los vascos, que aparentemente peleaban por un rey de derecho divino, luchaban en realidad por sus libertades e independencia. Hablando de las provincias Vascongadas dice que “…no reconocen monarca alguno, pues el rey de España es solamente Señor de aquellas provincias… y son tan tenaces en la defensa de este particular, que cuando el Rey revistaba el ejército carlista, después que los batallones de Navarra y Castilla habían ensordecido el aire con los gritos de ¡Viva Carlos V! ¡Viva nuestro Rey!, aquellos de las Provincias Vascongadas, aunque más alborotadores cuando pasaba el soberano, cambiaban el grito por el de: ¡Viva nuestro Señor!”40. Un brigadier del ejército carlista mandó disparar sobre sus propios hijos presos por los liberales “cristinos” para tomar la posición. “Antes fui vizcaino que padre --exclamó--¡Fuego! 41.
Al final de la guerra civil, a pesar de las promesas del general “cristino” Espartero, las Cortes Españolas promulgaron una ley, cuyo artículo primero decía: “Se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía”…; el artículo segundo habla de realizar “la modificación indispensable en los mencionados Fueros” 42. El 5 de enero de 1841 se abolió, por una simple resolución ministerial, el Pase Foral, por el que los vascongados decidían que “se obedece, pero no se cumple” todo decreto real que consideraran contrario a su Constitución 43. Inmediatamente se hacen aplicables todas las leyes españolas al País Vasco, con lo que la independencia se convierte en simple autonomía.
Hay un segundo levantamiento en 1846 y un tercero en 1872. Al final de éste, en 1876, las Cortes extendieron el servicio militar obligatorio “como los derechos constitucionales se extienden a los habitantes de las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava, del mismo modo que a los demás de la Nación”44. Se mantuvo, sin embargo el derecho civil local y cierta autonomía económica 45. Por lo que se refiere a los “estados” franceses, la Revolución y el Código de Napoleón trajeron una uniformación absoluta 46.

A fines del siglo XIX, Sabino de Arana Goiri, fundó el Partido Nacionalista Vasco, que pretende que los vascos se separen tanto de España como de Francia y formen en adelante la Federación Vasca: Euzkadi. El movimiento ha cundido principalmente en las provincias de la costa: Vizcaya, Guipúzcoa y Laburdi. En Alava y Navarra, en cambio, siguen siendo más bien carlistas, monárquicos e hispanistas. Durante la República, separatistas y carlistas formaron un frente unido para luchar en el Parlamento por las libertades regionales; la unión no duró mucho. Al estallar la guerra, Alava y Navarra se pusieron de parte de Franco, mientras Vizcaya y Guipúzcoa pelearon del lado republicano. Franco premió la “lealtad” de las dos primeras, prorrogando su autonomía económica, y suprimió en cambio la de las dos últimas 47.

Por lo que se refiere a la democracia vasca en la Edad Media, es claro que hay que limitarla, para hablar de ella en toda su pureza, a los tres “estados” de la costa: Vizcaya, Guipúzcoa y Labourd; Alava y Soule, y por supuesto Navarra, tienen contaminaciones de feudalismo y soberanía descendente. Navarra representa en la historia vasca el espíritu de independencia. Sin esa zona de protección, probablemente el espíritu democrático vasco no habría podido demostrarse en toda su pureza en la costa 48. “La democracia pura solamente se encuentra en la república; y repúblicas eran de hecho, aunque tuvieran señor, Vizcaya, Guipúzcoa y Laburdi” 49.
32.- En la defensa de Amaiur fueron hechos prisioneros y condenados a muerte Miguel y Juan de Yatsu, hermanos de Francisco Xavier; en cambio Ignacio de Loyola fue herido peleando en las huestes atacantes.
33.- j. DE Galíndez. La Aportación Vasca al Derecho Internacional. Pp. 55-57
34.- Gallop. Op. Cit.pp.34-35
35.- Galíndez. Op. Cit. p. 58.
36.- Aunque sin la serenidad de Santa Anna.
37.- José de Aralar. El Conde de Peñaflorida… pp. 142-149
38.- Gallop. Op. Cit. p. 37
39.- Citado por Ariztimuño. Op. Cit. pp. 140-141.
40.- Henningsen. Zumalacárregui. P. 48.
41.- Ibidem. p. 38 (El subrayado es mío).
42.- Otaegui. Op. Cit… pp. 32-33,35
43.- Ibidem. p. 36.
44.- Ibidem. p. 67
45.- “Alava”, Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo I, p. 287
46.- Gallop. Op. Cit..pp. 20-23
47.- Con lo que las carreteras comienzan a estar ya como las del resto de España.
48.- Irujo. Instituciones…pp. 62-64.
49.- Ibidem. p. 80

Esteban M Garaiz I

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No. I Año 8 Marzo de 1965 Segunda Epoca

Armas y Letras ( Parte III ).

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VASCAS EN LA EDAD MEDIA
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Labourd y Soule siguen una historia parecida a la de los “estados” peninsulares. Más o menos a la fuerza fueron incorporados al Ducado de Gascuña, como vizcondados. “Concedido el Ducado de Vasconia desde fuera del país y de arriba abajo, el pueblo vasco desarrolló su vida interna al margen de aquella institución. Así aparecen constituídas como libres democracias Zuberoa y Laburdi…”24. Todo parece indicar que sus señores jugaron a doble partida: a soberanía popular con el pueblo que los elegía, a feudalismo con el Duque de Gascuña que les daba el espaldarazo. Así hasta que Gascuña pasa a los Plantegenet en 1152. “Después de los primeros años de disturbios, Labourd se amoldó a la dominación inglesa, que no parece haber sido dura en absoluto”25. Los laburtanos se convirtieron para los ingleses en algo así como los fenicios para los egipcios: una marina extraoficial e indispensable 26. Comienzan entonces las relaciones navieras entre vascos e ingleses, que al surgir la marina inglesa dejan de ser cordiales. Desde 1248 hasta 1251 fue gobernador de Gascuña Simón de Monfort, quien a su regreso a Inglaterra impuso a Enrique III la fórmula del Parlamento Inglés que incluía representantes del pueblo 27. En 1450 al retirarse los ingleses, Laburdi y Zuberoa fueron incorporados a Francia, nuevamente como vizcondados del Ducado de Gascuña.
En Vizcaya, Guipúzcoa y Laburdi, no existió en manera alguna el feudalismo: cada familia era propietaria de la tierra y nunca existieron siervos de la gleba. Sin embargo, en los siglos XIV y XV hay un brote de algo parecido al feudalismo que es al fin erradicado a sangre y fuego. Las familias más pudientes se rodean de criados, construyen casas señoriales y pretenden crear una clase de nobleza superior a la del pueblo: son los llamados aundikiak o “parientes mayores”. Sin que se sepa por qué, estos aundikis se encuentran desde el principio divididos en dos bandos rivales a muerte: el de Oñaz y el de Gamboa 28. Oñazinos y gamboínos en sus pendencias se convirtieron en el terror del país: matanzas, incendios, saqueos, emboscadas, allanamientos, violaciones, todo cometieron para satisfacer sus rencores. El pueblo guipuzcoano, en las Juntas de San Sebastián en 1379, los declaró fuera de la ley y sentenció la destrucción de sus castillos; la sentencia se llevó a cabo a sangre y fuego aunque se tardó casi un siglo. Vizcaya no fue tan radical: dictó leyes severas contra todos sus atropellos, pero no los desterró ni suprimió sus derechos civiles. Un siglo después un hecho externo vino a reconciliar a ambos bandos: sucedió que”…a Enrique IV antojósele ofrecer a un favorito en feudo de honor el Señorío de Vizcaya. Este, por medio de sus Asambleas en 1479, destituyó solemnemente a su Señor Enrique IV y elevó a su hermana Isabel a la primera magistratura. El rey castellano, destronado en Vizcaya, la invadió con sus ejércitos. Mas unidos en apretada haz los vizcaínos vencieron al conde de Salinas y a las huestes españolas, quedando de esta suerte confirmada sobre los campos de Munguía la libertad de Vizcaya, sin servidumbre ni vasallajes” 29. El amor de la independencia reconcilió a los oñazinos y gamboínos de Vizcaya; esta reconciliación se hizo solemne, jurada y definitiva en las Juntas de 1559 bajo el árbol de Guernica.
“Al realizar los Reyes Católicos la unión de Castilla y Aragón, juraron la conservación de los fueros de los vizcaínos. En 1452 se amplió la recopilación de 1342 con el nombre de Fuero Viejo, basado en los usos y costumbres no escritos” 30. En 1526, siendo Señor de Vizcaya el emperador Carlos V, un comité nombrado por las Juntas reestructuró completamente el Fuero, incluyendo el trato que los vizcaínos deberían recibir en los reinos de España. El nuevo Fuero fue jurado por Carlos al año siguiente, e impreso en Burgos en 1528 31. En él se dice expresamente que todos los vizcaínos son de sangre noble e hijosdalgo, con lo que se suprimió definitivamente el brote feudal.

24.- Irujo. Op. Cit. P. 57
25.- Gallop. Op. Cit. p. 33.
26.- P. J. Ormond. The Basques and their Country. P. 19
27.- No pocos autores ingleses han sacado relaciones causales de este hecho. Cfr. Irujo. Inglaterra y los Vascos. p. 3928.- Aralar. La Victoria de Murguía…
29.- J. de Ariztimuño. La Democracia en Euzkadi. P. 234
30.- “Vizcaya” Diccionario Enciclopédico…tomo VII, p. 1099.
31.- Otaegui. Op. Cit. pp. 29-30, 46-47.

Esteban M Garaiz I

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No. I Año 8 Marzo de 1965 Segunda Epoca

Armas y Letras ( Parte II ).

LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA
II. MARCO GEOGRAFICO-HISTORICO DE LA DEMOCRACIA VASCA
El País Vasco se halla situado a ambos lados de los Pirineos Occidentales, a lo largo del Golfo de Vizcaya. Actualmente está constituído por las provincias españolas de Vizcaya, Guipúzcoa, Alava y Navarra, y el departamento francés de Pyrénées Atlantiques. Parcialmente, pues, forma parte del Estado Español, la otra parte pertenece a la República Francesa; a estas dos zonas se las designa generalmente con el nombre de País Vasco Francés y País Vasco Español9. Tiene en conjunto una extensión de algo más de 25,000 km2, (poco menor que Holanda o Bélgica) y unos tres millones y medio de habitantes. Sus principales ciudades son: Bilbao (500,00 h.) San Sebastián (150,000 h), Vitoria (150,000 h.), Pamplona (100,000 h.), Biarritz (75,000 h.) y Bayona (150,000 h.).

Euskalerría o País Vasco (como es usado en todos los idiomas europeos) sirvió para indicar una unidad étnica más que política. El término Euzkadi es un neologismo creado en 1900 por Sabino de Arana, fundador del neo-nacionalismo vasco, para designar la unidad política ambicionada. Antiguamente el País Vasco estaba dividido en seis “estados”: los cuatro primeros corresponden a las cuatro provincias españolas (más la merindad de Baja Navarra: San Juan Pie de Puerto, que pasó a Francia); los otros dos: Laburdi (Labourd) y Zuberoa (Soule) forman parte con la Baja Navarra del departamento de Pyrénées Atlantiques.

Geográficamente se puede dividir en tres zonas. La costa húmeda y lluviosa, está formada por Vizcaya, Guipúzcoa y Labourd, cuyas principales fuentes de recursos son la navegación, la pesca, la industria (hierro, acero, locomotoras, astilleros, maquinaria agrícola, herramientas) y la agricultura de hortalizas. La zona pirenaica, Soule, Baja Navarra y norte de Navarra, está dedicada principalmente a la ganadería (ovina y vacuna) y a la explotación forestal. La zona del interior, Alava y Navarra, de clima continental, está dedicada a la agricultura (cereales, vid, hortalizas) y a industrias agrícolas (vinos y conservas); esta tercera franja es la más latinizada.
El pueblo éuscaro ha habitado el País Vasco desde que se tiene memoria. Se había supuesto que era el último resto del pueblo ibero, pero la inmensa autoridad de Pedro Bosch-Gimpera ha hecho aceptar la opinión de que es el superviviente histórico de la raza pirenaica 10 con características antropológicas definidas 11
Pacificada la mayor parte de la Península por los romanos, quedaban sólo cántabros y vascones en abierta resistencia contra el yugo romano. Augusto decide dirigir personalmente la campaña, pero aburrido después por la tenaz resistencia de los rebeldes y por la lentitud de las operaciones, las deja en manos de su yerno Agripa. Este prefirió hacer al pueblo vasco aliado y amigo del pueblo romano a proseguir aquella lenta y aburrida guerra. Desde entonces (19 A.C.) hasta la llegada de los visigodos y su separación de Roma (468D.C.), “la Pax romana permitió a los vascos…mantener en el seno de sus montañas el espíritu, la cultura y la lengua de su raza. Pasaron de tal manera como amigos de los romanos sin ser romanizados”12. De hecho, el vasco es el único pueblo de la Península que ha conservado su idioma prerrománico. Hemos de suponer que, a cambio de aceptar el mando ejecutivo de algún representante de Roma y de colaborar con tropas auxiliares13, los vascos pudieron mantener su soberanía legislativa, pues sus códigos tampoco son en manera alguna “romances”.

“Vasconia vivió en paz con Roma; en cambio, hubo una irreconciliable enemistad con los pueblos germanos” 14. Desde la separación de Eurico del Imperio Romano en el año 468, comienzan las luchas. La frase “Domuit Vascones”, repetida en todas las crónicas de los reyes visigodos al principio de su reinado, demuestra precisamente que nunca fueron sojuzgados de manera permanente y eficaz. En mi opinión 15, el germen de las luchas se encuentra en la imposición por parte de los visigodos de sus leyes latino-germánicas, tan opuestas al espíritu vasco; creo que los éuscaros habrían aceptado ser gobernados por los visigodos siempre y cuando hubiera sido según sus propias leyes. El hecho es que la invasión sarracena en el año 711, sorprende a Don Rodrigo frente a los muros de Pamplona tratando de someterla por enésima vez.

Navarro Villoslada, en su novela Amaya, ha pretendido que los vascos navarros se aliaron con los godos contra el invasor común; esto quizá tenga validez para los vizcaínos y guipuzcoanos, pues en el nebuloso período que va de la invasión musulmana 711,
hasta la fundación del condado de Castilla, 880, existe un Ducado de Cantabria, acatado por Alava, Vizcaya y Guipúzcoa 16. En el año 880 Alfonso III el Magno, el rey asturiano que traslada su corte a León, trata de unificar a la fuerza a todos los cristianos peninsulares: llama a Zenón, Duque de Cantabria, a su corte y lo hace morir en prisión. Los vizcaínos se rebelan y Alfonso manda un ejército a las órdenes de su hermano Ordoño. De entre las desorganizadas huestes vizcaínas surge un líder la víspera de la batalla: Lope Zuria (el Blanco)17. En los campos de Arrigorriaga los leoneses son completamente derrotados y Ordoño muerto 18.

Desde la batalla de Arrigorriaga hasta la incorporación a Castilla en 1332 corre el período de la independencia vascongada y del auge de su democracia19. Vizcaya y Guipúzcoa se organizan entonces según su estructura autóctona: las familias se reúnen en anteiglesias; las anteiglesias de un valle forman una merindad; varias merindades forman uno de los tres “estados”, cuya asamblea legisla y nombra un Jaun o Señor, que en un principio tiene exclusivamente atribuciones militares.
Navarra sigue en la Edad Media una evolución muy distinta; sus orígenes como reino son muy oscuros; una cosa parece clara en contra de la novela “histórica” de Navarro Villoslada: nunca hubo alianza con los visigodos; en cambio sí tuvieron nexos, más o menos a disgusto, con los francos. Roncesvalles, 778, es la prueba de que la “ayuda” de los francos no era agradable a los navarros. Menéndez Pidal, basado en fuentes arábigas y francas, llega a la conclusión perentoria de que “los sarracenos cooperaron con los vascos en Roncesvalles” 20. En el año 806, Ludovico, hijo de Carlomagno obligó a los pamploneses a someterse; pero, al retirarse en el 812, tomó cautamente mujeres y niños en rehenes para cruzar el puerto. Apenas retirado, los navarros se sublevan y la sublevación se extiende a ambos lados de los Pirineos. Ludovico Pío depone a la Familia Ximeno del Ducado de Gascuña, y manda a Navarra a sus condes Eblo y Aznar en el año 824, pero en Roncesvalles vuelven a sufrir el desastre de Carlomagno, con exterminio casi completo, de manos vascas y musulmanas. Hechos prisioneros Eblo y Aznar, el primero es mandado a Córdoba y el segundo por ser “cuasi consanguíneo”, es puesto en libertad.

“En tiempo de este segundo Roncesvalles nace el reino de Pamplona, independiente del imperio carolingio” 21. Eneko Aritza, de la familia Ximeno, agrupa a los navarros; sin embargo, “el individualismo ibérico florecía allí extremoso; todavía tres siglos más tarde se encontraban en aquel Pirineo señores que se jactaban de no haber pagado jamás, ellos o sus antecesores, tributo a ningún rey cristiano ni sarraceno, quia libertas nostra antigua est” 22. De ahí en adelante Navarra seguirá su trayectoria de reino independiente, continuamente amenazada por sus poderosos vecinos Castilla, Aragón y Francia, hasta que sea conquistada por Fernando el Católico en 1512.

Guipúzcoa y Alava, ante la continua amenaza y coacción castellana, celebrarán, la primera en 1200 y la segunda en 1332, tratados más o menos libres por los que reconocen al rey de Castilla con la condición de que éste jure respetar sus fueros, leyes y costumbres. En Vizcaya, los Señores, al principio elegidos ocasionalmente en casos de peligro, se convierten en institución permanente y adquieren atribuciones ejecutivas civiles. El nombramiento recae repetidamente en el linaje de los Haro y acaba haciéndose institución hereditaria23. Por la ley de la herencia pasa Vizcaya a la dinastía castellana en 1356, al casarse Doña Juana Manuel, descendiente de los Haro, con Enrique II de Castilla. En 1370 es nombrado Señor de Vizcaya su hijo el Infante Don Juan, más tarde rey de Castilla con el nombre de Juan II. Desde entonces los reyes de Castilla deberán jurar, bajo el árbol de Guernica, respetar los fueros para ser nombrados Señores de Vizcaya.

9.- Los nacionalistas vascos prefieren designarlas con el nombre de Euzkadi Continental y Euzkadi Peninsular.
10.- Bosch-Gimpera. Op. Cit.pp.82-83
11.- La más notable es el factor Rh de la sangre, que en un gran porcentaje de los vascos es negativo.
12.- Manuel de Irujo, Instituciones Jurídicas Vascas. P. 53
13.- Los vascos eran “eiectores”, peleaban arrojando chuzos: “venabla”, en euskera “azkonak”
14.- “Vascón”. Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo VII, p. 906.
15.- Admito que no tengo pruebas documentales que la respalden.

16.- Extrañamente casi todos estos duques tienen nombre vasco: hay tres llamados Aznar y siete de nombre Lope, latinización de Ochoa (lobo). Esto hace suponer que las leyes consuetudinarias vascas fueron respetadas.
17.- Rodney Gallop. Los Vascos. Pp.39-40
18.- Tomás Otaegui. Derecho Foral. P. 16. Esta batalla se dio el día de San Andrés; desde entonces la cruz de San Andrés sustituyó a la esvástica éuscara (lauburu) como símbolo étnico.
19.- Al mismo tiempo nace de los restos del Ducado (“lauburu”)de Cantabria el condado de Castilla dependiente de León, que llegará a su independencia por el mismo conflicto Legislativo. En 884 se funda Burgo.
20.- Menéndez Pidal. La Chanson de Roland…pp. 171-207
21.- Ibidem. p. 203
22.- ibidem. p. 186
23.- El nombramiento recae en algún miembro, siempre varón, de la familia; en caso de no haber hijos varones, en el hijo o marido de alguna de las hijas.
Esteban M Garaiz I
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Armas y Letras ( Parte I ).

LAS INSTITUCIONES POLITICAS
VASCAS EN LA EDAD MEDIA
I.- INTRODUCCION


Hay en la España medieval tres concepciones políticas, que no siempre cristalizan en realidades políticas puras, sino que se entremezclan y contaminan mutuamente. La primera es la concepción leonesa-castellana: monárquica, unitaria, nacional e imperialista, sucesora del espíritu centralista visigótico. La segunda es la concepción navarroaragonesa: feudal, regional, oligárquica y parlamentaria, producto híbrido del espíritu vasco-pirenaico y del feudalismo germánico imperante. La tercera, objeto de nuestro estudio, es la concepción vasca: democrática; basada en la soberanía familiar, federalista e igualitaria, en la que no existen clases sociales ante la ley. Hay por fin una cuarta forma de gobierno, casi el ideal del Polibio, donde monarquía, aristocracia y democracia, sin ceder en sus ideales, se equilibran y armonizan en un sistema de conflicto y consenso que engendra un gobierno estable y provechoso: el régimen catalán.

Cuando las dispersas huestes de Don Rodrigo se reagrupan junto a la Cueva de Onga y alzan sobre el pavés a Pelayo, la intención primordial que las guía es reconquistar el territorio y reconstruir el reino visigodo de España. La reconquista resulta ardua y lenta; pero a través de los ocho siglos de casi continuo pelear, primero en Asturias, luego en León, por fin en Castilla, un ideal político mueve a los cristianos: el representado por la unidad española latino-visigoda y por el Fuero Juzgo1. Pero este impulso no se detiene con la conquista de Granada; Isabel la Católica deja en su testamento una misión a la nueva nación: la conquista de Africa. La Providencia tiene otros planes y el imperialismo castellano se desvía hacia las Indias y ahí se desparrama, engendrando veinte naciones.

Es el régimen visigodo una especie de despotismo ilustrado, donde los Padres de la Patria gobiernan paternalmente. Los Concilios de Toledo, que se prolongan hasta la celebración de las Cortes de León en 1020, son asambleas integradas por magnates, leudes y prelados: aristocracia cortesana, centralista, que, junto con el rey, legisla uniformemente para toda la península. En el Fuero Juzgo se dice expresamente que el rey tiene potestad de promulgar leyes y sólo él puede nombrar a los jueces. 2

Este espíritu nacional y centralistas heredasrá León; sus reyes usarán el título de emperador, que, teóricamente al menos acatarán los demás príncipes cristianos de la Península. Castilla, poblada en sus comienzos con elementos vascónicos, manifestará en un principio tendencias democráticas y regionalistas 3; según la tradición, el acto culminante de la independencia castellana fue la quema pública de todas las copias del Fuero Juzgo que había en el territorio4, y es que los castellanos no quisieron regirse por leyes “nacionales” uniformadoras, sino según sus usos y costumbres regionales. Pero Castilla heredará después, junto con el empuje conquistador, el espíritu unionista de León. Alfonso X será su máximo exponente medieval. En sus Partidas –modernización del Fuero Juzgo—dice expresamente: “Emperador o Rey puede fazer leyes sobre las gentes de su Señorío é otro ninguno no ha poder de las fazer…”5. Es él también quien tiene clara idea de España como unidad y escribe la primera historia de España.

Este espíritu nacional encuentra expresión formal, ya en pleno siglo XV, en Sánchez de Arévalo, que, calcando la fórmula de Guillermo Durand, dice: “Cum ergo rex Hispaniae sit summus et verus Imperator in regno suo…”6. La reconquista fortalece el poder real y el espíritu democrático sólo se manifiesta tenuemente en la autonomía municipal. Pero los fueros castellanos nunca serán una expresión de soberanía popular sino un privilegio concedido por el Rey 7.
Esta tendencia unificadora y uniformadora llega a su culminación con los Reyes Católicos. Fernando, modelo de príncipe maquiavélico, trata a toda costa de lograr la unificación política, religiosa y cultural; la conquista de Navarra, la Inquisición, la expulsión de los judíos, la frecuente violación de los fueros regionales, la creación de los Corregidores son sólo algunas pruebas.

Aragón y Navarra, nacidos en las montañas pireinaicas, sin contacto alguno con Asturias y León, desarrollan su forma peculiar de gobierno. Los más remotos valles pireinaicos nunca fueron dominados permanentemente por los visigodos; peleando contra ellos encontraron los invasores musulmanes a estos caudillos montañeses, que, por supuesto, tampoco aceptaron la dominación árabe. Cuando la ayuda de sus hermanos de raza de allende el Pirineo no fue suficiente, acudieron al Emperador. El contacto con Francia importó el sistema feudal con todas sus formalidades. Todos los historiadores están de acuerdo en que Iñigo Arista, primer rey de Navarra, era un miembro de la fugitiva familia Ximena, expulsada del ducado de Vasconia por los francos8. El feudalismo al formalizar la estratificación de clases, transforma las viejas juntas locales pirenaicas en Cortes donde nobleza, clero y pueblo decidirán por estamentos. El pueblo de ambos reinos, casi siempre rescatado del poder musulmán, será relegado, y el espíritu soberano lo conservarán los nobles montañeses, que, al elegir a su rey, usarán la fórmula famosa: “Nos que somos tanto como vos, y juntos más que vos…”

Sancho el Mayor de Navarra impone en la Península el regionalismo contra la concepción unitaria de León; al morir divide los reinos entre sus hijos; esta “moda” se extiende en el siglo XI por toda la Península.


1.- R. Menéndez Pidal. La España del Cid. P. 62
2.- Fuero Juzgo., libro II, título II, leyes XII y XIII
3.- P. Bosch-Gimpera. El Poblamiento Antiguo… pp. 282-283
4.- Menéndez Pidal. Op. Cit p. 55.
5.- Ley XII, Título I, Partida I. Los Códigos Españoles. Tomo 2, p. 13.
6.- Sánchez de Arévalo. Liber de Differentia Principatu; citado por Beneyto. Textos Políticos…p.376
7.- P. Bosch-Gimpera. Op. Cit.p. 291
8.- Ballesteros Beretta. Historia de España tomo II, p. 299.

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Entrevista sobre la política energética actual, en México.

Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...