PARTIDOS EN ESTADO DE INDEFENSIÓN
20-mayo-2007
En estos tiempos inquietos se habla mucho de partidocracia. Personalmente he llegado a la conclusión radicalmente contraria. Cuando vemos y oímos que todos los partidos sólo reportaron al IFE una parte de su enorme, desproporcionado gasto de campaña, mayoritariamente orientado a los medios masivos de comunicación, y que el Consejo General del IFE reconoce lo que todos sabíamos: que no ha habido, ni habrá, colaboración de parte de las dos televisoras nacionales, a pesar de haber firmado convenio escrito, para contar con información real acerca del gasto auténtico, superior a 1,300 millones de pesos, realizado en las campañas por los partidos; la conclusión natural es que las dirigencias partidarias no tienen el menor interés en cumplir con la ley, y mucho menos de modificarla para que los procesos electorales sean sustento de verdadera democracia. Los ciudadanos somos rehenes de los partidos políticos: ésa es la conclusión. Ni siquiera dejar de votar resolvería el problema, porque con ello sólo daríamos carta blanca para que otros resuelvan por nosotros, legalmente.
Pero la “spotcracia”, como la ha llamado René Delgado, nos conduce a otra reflexión. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el COFIPE, sigue sosteniendo ingenuamente que las campañas comienzan al día siguiente del registro oficial de los candidatos por parte de los partidos. Una vez más la realidad deja rezagada a la ley.
Las precampañas han dejado de ser los procesos internos de selección de candidatos entre los militantes de cada partido y se han vuelto, desde hace 10 años, procesos abiertos de “fijación de imagen” con profusión de promocionales dirigidos a todo el mundo, en las grandes avenidas , en la radio, en la televisión, imponiendo, por la vía del dinero abundante, los candidatos a los partidos políticos. Dinero privado de origen oscuro. Dinero privado que deja sin efecto el propósito de entregar a los partidos poíiticos dinero público, de nosotros los contribuyentes, para evitar el sesgo del dinero privado. Hoy todos los partidos sufren el riesgo, muchas veces cumplido, de la penetración corporativa. Spotcracia es, en realidad, plutocracia.
En estos tiempos inquietos se habla mucho de partidocracia. Personalmente he llegado a la conclusión radicalmente contraria. Cuando vemos y oímos que todos los partidos sólo reportaron al IFE una parte de su enorme, desproporcionado gasto de campaña, mayoritariamente orientado a los medios masivos de comunicación, y que el Consejo General del IFE reconoce lo que todos sabíamos: que no ha habido, ni habrá, colaboración de parte de las dos televisoras nacionales, a pesar de haber firmado convenio escrito, para contar con información real acerca del gasto auténtico, superior a 1,300 millones de pesos, realizado en las campañas por los partidos; la conclusión natural es que las dirigencias partidarias no tienen el menor interés en cumplir con la ley, y mucho menos de modificarla para que los procesos electorales sean sustento de verdadera democracia. Los ciudadanos somos rehenes de los partidos políticos: ésa es la conclusión. Ni siquiera dejar de votar resolvería el problema, porque con ello sólo daríamos carta blanca para que otros resuelvan por nosotros, legalmente.
Pero la “spotcracia”, como la ha llamado René Delgado, nos conduce a otra reflexión. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el COFIPE, sigue sosteniendo ingenuamente que las campañas comienzan al día siguiente del registro oficial de los candidatos por parte de los partidos. Una vez más la realidad deja rezagada a la ley.
Las precampañas han dejado de ser los procesos internos de selección de candidatos entre los militantes de cada partido y se han vuelto, desde hace 10 años, procesos abiertos de “fijación de imagen” con profusión de promocionales dirigidos a todo el mundo, en las grandes avenidas , en la radio, en la televisión, imponiendo, por la vía del dinero abundante, los candidatos a los partidos políticos. Dinero privado de origen oscuro. Dinero privado que deja sin efecto el propósito de entregar a los partidos poíiticos dinero público, de nosotros los contribuyentes, para evitar el sesgo del dinero privado. Hoy todos los partidos sufren el riesgo, muchas veces cumplido, de la penetración corporativa. Spotcracia es, en realidad, plutocracia.