domingo, 6 de abril de 2008

EL FUTURO ERA NUESTRO

Ocho cubanas narran sus historias de vida.
Eugenia Meyer.


Esta aventura empezada hace 30 años, tiene, de acuerdo con la personalidad de su autora, visos importantes de rebeldía y heterodoxia frente a métodos y convenciones en el quehacer histórico.

“Este libro – dice la doctora Meyer - no pretende más que darles la palabra a ocho mujeres, dejarlas hablar libremente sobre lo que cada una quiso contar de lo que fue su vida y su circunstancia”.

En ese intento le resultaron más de 1,000 páginas: eso le pasa por darles la palabra a ocho cubanas… porque todavía nos dice Eugenia que “el papel que desempeñé fue el de estimuladora de la memoria…”

No es sólo un libro de historia oral. De ninguna manera. Los franceses llaman “petite histoire” a aquellas anécdotas o episodios de la vida privada, e incluso en muchas ocasiones de alcoba, de personajes, hombres o mujeres, con poder real o con capacidad de influir; anécdotas que acaban muchas veces por tener trascendencia en la vida y en la muerte de millones de seres humanos. No es exactamente el caso, pero mucho tienen de importante y de trascendente estas preciosas vidas femeninas que dejaron huella, para empezar, en sus respectivas comunidades.


En su ámbito, la microhistoria, tal como la definió y la ejerció mi querido maestro don Luis González y González en su libro Pueblo en Vilo. Micro historia de San José de Gracia (1968), puede ser la historia grande a través de la lupa de un pequeño pueblo, familia o, como en este caso, a través de la vida de ocho mujeres, admirables todas, que van narrando por la ventana de su vida plural, “desde su propia óptica y perspectiva”, el devenir de su isla, no tan aislada , como se puede ver, a pesar del bloqueo, cuyas consecuencias ominosas han ido – y siguen yendo – más allá del daño material.

Así llegó a la grabadora de Eugenia Meyer “un caudal incontenible de información, que en ocasiones era incapaz de digerir, ya no digamos interpretar”.

¿Rebeldía, heterodoxia o técnica mixta? ¡ Ah! porque, aunque ella no sabe, la doctora Meyer es discípula de Alexandre Dumas, el padre , o sea el autor de Los Tres Mosqueteros y de Veinte Años Después, porque como todo clasemediero sabe y cita, no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después; porque del mismo árbol brotan las divergencias.

Por eso, cada relato tiene una posdata de 20 años después: Y después... de lo que quedó de aquel futuro que era nuestro.

Cita la autora al gran catalán Josep Fontana, al ver la historia como “el conjunto de hechos que vinculan la vida cotidiana de los hombres - en este caso mujeres – a la dinámica de las sociedades de que forman parte”. Nos subraya que “dos memorias se entrelazan: la individual y la social colectiva… determinadas por la memorias cultural… como un recurso ideológico… “, porque “la memoria individual está socialmente construida”.

Estas espléndidas mujeres, que uno acaba queriendo, le narran recuerdos “matizados en todo momento y situación por su realidad presente”; “se veían como parte de una sociedad que había experimentado cambios sustantivos”. Tienen recuerdos “donde se mezclan lo vivido con lo contado colectivamente”.

Pero yo, por llevar la contraria (no quiero citar aquí a un clásico jalisciense que en lo que va de este sexenio porta la cartera de Secretario de Agricultura), prefiero mejor subrayar la dirección opuesta: la mejor historia de Cuba es la que nos narran esta ocho cubanas; la historia vivencial, la de los cubanos y las cubanas y no sólo la de sus dirigentes.

“Para estas mujeres la revolución significó un vuelco considerable en sus vidas: ya no se volvería atrás, nada sería como antes; sólo había que seguir adelante, trabajar y confiar”.

Y ahí va otra vez la mula al trigo. Porque en ese marco, llamémosle metodológico plural o mixto, el libro requería sus coordenadas geográfica e histórica. En el capítulo introductorio Eugenia presenta ese otro marco. Lo titula “Los Tiempos y los Espacios”, sin duda la versión compacta (escasas 22 páginas) más lograda que conozco de la revolución cubana hasta 2002, con sus espléndidos logros y sus aparatosos tropiezos, luces y sombras.

Permítanme que recoja algunos renglones:
“Fidel Castro mostró al mundo occidental un nuevo modelo de mujer socialista y militante… una verdadera amenaza a los privilegios de los que disfrutaban las mujeres de la élite social”.

“Con la revolución triunfante se generó un despertar y una esperanza en las mujeres cubanas… uno de los propósitos era dar inicio a programas que llevaran a las mujeres a aspirar y alcanzar puestos políticos y beneficios sociales”.

El estado socialista “tuvo que afrontar las múltiples agresiones del extranjero… Fueron tiempos complejos, pues se afrontaron los efectos económicos y comerciales del embargo impuesto y su generalización total a partir del 3 de febrero de 1962”.

“Había demasiada improvisación y falta de experiencia…se aceleró la dependencia con la URSS---“.

“Hubo descomposición al interior de los mandos políticos, que se filtró también al ejército…”.

“Algunos de los grandes logros no se han soslayado, como las escuelas y los hospitales que se mantienen en operación, aunque con limitaciones sin duda; se ofrece una canasta básica mínima para la alimentación familiar; persisten logros como la elevación de la calidad de la educación y la salud; la reducción de la tasa de mortalidad, y la distinción que la medicina cubana ha logrado”.

“La economía busca (ahora) otros cauces, como fortalecer la producción de níquel, de tabaco y la pesca, aunque el renglón fundamental de la producción azucarera sigue siendo un verdadero problema nacional… se ha logrado la extracción de petróleo y gas además del impulso a la industria ligera…”.

“A pesar de todo se agudizó una realidad: la desigualdad social, que en última instancia es enemiga del modelo de equidad que aspiraba caracterizar al socialismo cubano”.

Mi reconocida capacidad de síntesis no da para tanto como para que yo les cuente en breve las mil páginas de lo que le confiaron a Eugenia estas ocho maravillosas mujeres.

Sólo algunos rasgos de 4 de ellas:

Esterlina Milanés: nieta de Ester y de Lina, que acabó con nombre monetario; hija y nieta de terratenientes de origen ibicenco, francés y madrileño, burguesita con educación bilingüe, descendiente de mambíes y liberales, cubana convencida, rebelde con las monjas. Después de un matrimonio infeliz, recupera el amor de su vida. Revolucionaria desde el clandestinaje. Ya mayor, discretamente tramitó su retiro en un asilo, perdiéndose después en una sonriente senilidad.

Norberta Rivas: “negra pero con vergüenza”, criada en una cuartería (que por aquí llaman vecindad), cercana de la esclavitud, creció en la discriminación y el trabajo doméstico; de barrio santero, casada en colectivo, encantada de la vida con la revolución, siempre dispuesta; una historia de trabajo y compromiso, sin número de condecoraciones y diplomas, querida de la gente.

Gladys Maimó: la guajira hija de campesino acasillados, desconoce si fue bautizada, se casó por el notario; la hija nació a los 9 meses y unos días (si nace un poquito antes, la gente piensa que ya iba eso adelantado) .Trabajadora comunal, siempre dando lo mejor de ella al servicio colectivo, entusiasta; no ha querido quedarse en EU, que lo suyo está Cuba.

Sonnia Iraida Moro, de abuelos andaluces, madre enfermera y padre teatrero vernáculo; historiadora. Divorciada, no sufre la soledad, siempre lista; doctorada sigue trabajando y luchando por la equidad de género y de raza; aunque se ha avanzado mucho, - dice – le queda buen camino por recorrer”
Esteban Garaiz

Entrevista sobre la política energética actual, en México.

Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...