domingo, 6 de abril de 2008

PARTIDOS PARTIDOS (II)

05-02-08

En 2006. La izquierda estuvo en México cerca de alcanzar el poder ejecutivo federal, después de decenios. No estamos hablando de una izquierda marxista con propósitos de eliminar la propiedad privada de todos los medios de producción, sino de una izquierda cuyo proyecto alternativo de nación se sustenta en el texto de la constitución política vigente, la de 1917 emanada de la Revolución Mexicana.

El proyecto Alternativo de Nación está publicado en un libro del entonces candidato. No es científico afirmar que no dice cómo. Tan dice cómo, que los posibles afectados, elusores legales y evasores ilegales del impuesto sobre la renta a las grandes empresas y saqueadores de Pemex, decidieron terciar en la campaña electoral violando las disposiciones expresas del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Por cierto que, ante tal violación, no hubo en el Consejo General de IFE ni siquiera un pronunciamiento colegiado condenatorio, independientemente de las atribuciones sancionadoras que tenga o no el cuerpo colegiado. Sólo una comedida “invitación” a retirar sus spots a toro pasado.

Hoy tenemos una izquierda mexicana, no sé si decir más dividida que nunca, porque siempre ha estado dividida y aun confrontada; pero con seguridad las actuales divisiones la hacen técnicamente incapaz de acceder al poder ejecutivo federal por la vía cívica constitucional, como es su compromiso.

Un partido de tribus peleando por dentro, como si dentro tuvieran al verdadero adversario. Un grupo de partidos de izquierda, o algo así, con propósitos y dirigencias disparadas. Sería muy ingenuo reducir las profundas divisiones a las solas divergencias en cuanto a la estrategia y tácticas de arribo al poder: la colaboración institucional derivada de pertenecer a una fracción legislativa de oposición; o la confrontación directa y totall, aunque pacífica, ante un régimen declarado espurio.

En Indonesia, durante la segunda guerra mundial, el grupo de jóvenes intelectuales que luchaban por la independencia del archipiélago, decidió, de común acuerdo (y esto es lo interesante) dividirse en dos: quienes colaborarían con los invasores japoneses, formando así cuadros administrativos gubernamentales cercanos al pueblo; y quienes se irían a la montaña, a la clandestinidad, al lado de los agentes coloniales holandeses e incluso viajando a los Países Bajos a formarse en la metrópoli para el retorno. Ganaron , como es sabido, los segundos, que acabada la guerra reclamaron de inmediato la independencia a la potencia colonial con el apoyo de las Naciones Unidas. Una vez en el poder convocaron a sus viejos camaradas colaboracionistas del otro bando.

No parece creíble afirmar que las profundas divisiones que hoy aquejan al partido de la Revolución Democrática sean de la misma índole que los dos grupos independentistas indonesios. De arranque, el error estructural de haber incluido formalmente las corrientes en los estatutos del partido; y en consecuencia haber incorporado a la organización de izquierda estructurada y promovida desde el gobierno del viejo régimen, no facilitaban, ni hoy facilitan, la unidad de propósitos para el acceso al poder.

Hoy, con ocasión de la campaña para la presidencia del partido, vemos en realidad dos metas no compatibles: seguir en la minoría federal tirando de la manga izquierda al gobierno en turno (de derecha); o el ataque frontal, jaque al rey, para arribar al poder ejecutivo federal y recuperar el proceso de “desconquista” de la sociedad mexicana. Esta confrontación de propósitos, y no sólo de personas, puede llevar a la ruptura formal del partido.

Con motivo de la reforma legal en materia de coaliciones, el Frente Amplio Progresista del que forman parte Convergencia y el Partido del Trabajo, entra en una nueva fase, en la que sólo el reconocido talento negociador de su nuevo coordinador puede dar los pasos necesarios para establecer de manera concertada la plataforma concreta para el arribo al poder y lograr lo que de manera realista se pueda obtener en medio de los condicionantes históricos y del marco global internacional, sin descuidar el subjetivo colectivo de los ciudadanos mexicanos de hoy.

Por lo que toca a Alternativa Socialdemócrata, no parece muy probable que pueda estar en aptitud y actitud como para integrarse en la gran alianza que necesita la izquierda. Además, no acaba de resolver la bronca de su ala Campesina (con mayúscula).

El tema del Partido Nueva Alianza (PANAL) y su cantado “uno de tres” requiere otro espacio, al igual que el partido Verde Ecologista


Esteban Garaiz

Entrevista sobre la política energética actual, en México.

Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...