martes, 19 de mayo de 2020

El Istmo de Tehuantepec activo de la Nación mexicana

Para Milenio

Esteban Garaiz

21 de enero 2020

Cuando en 1903 el Congreso de Colombia se negó a ceder el “control perpetuo” del estrecho de Panamá a los Estados Unidos para construir el canal, entonces “los panameños” en fervor independiente proclamaron su separación de Colombia; y “casualmente” había frente a la costa un buque de la armada de los Estados Unidos de América con plenos poderes para firmar un pacto de mutua defensa con los alzados, para protegerlos de los represores colombianos.

Hoy resulta que “los” indígenas del Istmo de Tehuantepec se oponen, según algunas notas de prensa, a la construcción de una vía de ferrocarril que ya está construida hace 100 años.

Ahora que, con la modalidad reciente por la que prácticamente todo el transporte mundial de carga se lleva a cabo en contenedores: en barco, ferrocarril, carreteras, incluso en avión.

Así hoy se puede colocar de costa a costa: del puerto de Salina Cruz en el Pacífico al de Coatzacoalcos en el Golfo, cualquier contenedor en menos de 5 horas, por ferrocarril.

En la actual coyuntura el ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, de carga y de pasajeros, resulta ser una eficaz alternativa al Canal de Panamá; y sin cruce de barcos mediante esclusas que suben y bajan para cruzar en varios días.

No puede caber la menor duda de que la rapacidad imperial está al acecho. La ingenuidad aquí no es perdonable. Ni pintada de los derechos de los pueblos

La población del Istmo de Tehuantepec tiene una larga y arraigada cultura propia y civilización milenaria. Ahí: en la equis de México, surgió uno de los 6 focos civilizatorios del planeta; y el único de Norteamérica: la que hoy llamamos civilización olmeca, por haber surgido en la tierra del hule.

En ese asombroso conglomerado humano se desarrolló, y gravó en piedra, la numeración vigesimal y el concepto y representación matemática del cero: 2 mil años antes de que el uso del cero llegara a Europa en el año 1300 de la era cristiana, a través de la Córdoba morisca, junto con la numeración árabe.

Por supuesto que la revitalización del ferrocarril debe ser consultada con las comunidades originarias (existentes antes de la formación de la Nación mexicana) establecidas milenariamente en el Istmo. Es obligación republicana y deuda histórica. Está, además, ahora establecido en el artículo 5 de la Ley del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

 Por cierto (y esto debe ser dicho con todo respeto, porque la verdad debe prevalecer) la situación social, económica y cultural de las comunidades originarias del Istmo es radicalmente diferente de las históricamente explotadas y marginadas de los Altos de Chiapas.

En todas las tierras llanas del Sureste, hasta Belice y la Costa del Mar Caribe, las comunidades ancestrales son bilingües, integradas (con su propia modalidad) a la vida nacional. Saben lo que quieren para ellas y para sus hijos. Quieren agua doméstica, drenaje, escuelas de nivel superior, hospitales con medicamentos, parques, oportunidades de empleo. No puede caber duda del resultado de la consulta.

 


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Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...