martes, 19 de mayo de 2020

Trump ofrece más de lo mismo


Para Milenio
Esteban Garaiz
19 de noviembre 2019
En la guerra contra el narcotráfico, desde la “patriótica” decisión de Felipe Calderón, y específicamente: en la cacería de narcos (para que se renueven sus cuadros dirigentes) llevamos más de 276 mil homicidios a balazos, con armas que se colaron por las fronteras, que descuidó el Ejército, por órdenes superiores de su Comandante el titular único del Poder Ejecutivo Federal, en línea vertical de mando, indiscutible e inobjetable.
Ahora el presidente Donald Trump, Ejecutivo del país vecino del norte, que mantiene bases militares en más de 80 países soberanos del mundo (y también en la isla de Cuba: Guantánamo) generosamente nos ofrece el apoyo (se entiende que militar) en la guerra contra el narcotráfico.
No ofrece asesoría médica para reducir el problema de salud que deriva de la adicción en México. Mucho menos ofrece trabajar en su país, con sus pobladores, para reducir la creciente demanda de sus adictos, que reclaman con ansia se les surta desde nuestro territorio nacional
No han aclarado sus sesudos asesores al señor Trump que hace más de un año los ciudadanos mexicanos votamos mayoritariamente por un programa de gobierno que proponía (y se propone) acabar con la guerra y atender las adicciones por la vía humana de atención a la salud pública.
Al señor Trump, como se sabe, no le preocupa la salud pública del pueblo mexicano (a decir verdad: tampoco le preocupa tratar humanamente a los enfermos adictos de su propia nación).
Al señor Trump le interesa hacer la guerra: asestar “golpes duros” al narcotráfico, gastar generosamente en armamento y en ocupación militar, capturar capos (para que se renueven) y cobrar sus capitales.
Al cabo que se hicieron ricos con dinero de los adictos norteamericanos.
El viejo y sabio principio romano de “cui prosit” (a quién beneficia) deja claro que la masacre de la familia Le Baron sólo favorece a quienes quieren guerrear en México.
Guerra, armas, soldados, “colaboración” militar es lo que ofrece Donald Trump. No ofrece ayudar con la ciencia médica y con la ética del juramento hipocrático a rescatar a los enfermos adictos a las drogas.
Lo doloroso es constatar que tiene quinta columna entre algunos miembros (al menos, en retiro) de los cuadros militares, cuyo ánimo sigue rezagado en las consignas de la Guerra Fría, decenios después de que desapareció la “amenaza” soviética por la desintegración de la URSS en sus 16 repúblicas.
Ahí quedó la huella de los capacitados en Fort Gulick y en Panamá, entrenados en la defensa del Continente Americano y de la democracia.
Una confidencia a toro muy pasado: allá por los años de 1988, en que este pobre escribidor era invitado como conferenciante en el Colegio de Defensa Nacional: el más alto nivel en la formación militar, en las discusiones de análisis nacional (y del marco continental americano) ya se notaban claramente las diferencias de criterio entre los cursantes (todos generales y almirantes): los apodados “cardenistas” o “constitucionalistas” y del otro lado los llamados “panamericanos”.
La lealtad al Supremo Comandante no estaba a discusión: en línea vertical.

Entrevista sobre la política energética actual, en México.

Entrevista, que me hacen los periodistas Rubén Martín y Jesús Estrada, sobre la política energética en el actual gobierno.  https://mx.ivoox...